Por Deyra Guerrero
Aunque se habla más del proceso de cambio de voz por el que atraviesan los varones, la realidad es que tanto en hombres como en mujeres, la laringe y las cuerdas vocales vibran diferente según la constitución y la edad de cada persona, lo que produce cambios en el tono de la voz.
Al llegar a la pubertad, la testosterona masculina hace que la masa muscular vocal aumente, las paredes de la laringe se engruesan, crecen los cartílagos laríngeos, se alargan las cuerdas vocales y en general la voz de los hombres se vuelve más grave.
En los chicos, el tono de la voz disminuye alrededor de una octava. Además, se experimenta una inclinación de la laringe y aparece la “nuez” o «manzana de Adán» en el cuello.
En las adolescentes, la voz también tiene modificaciones debido a la acción de los estrógenos sobre las cuerdas vocales.
En las mujeres, la laringe y las cuerdas vocales se alargan en este periodo y se vuelven más gruesas. Si se escucha con atención se pueden notar las diferencias, que forman parte del paso de niña a joven.
Durante la adolescencia, en ambos se producen los llamados «gallos» por adaptación a la nueva modulación, sin embargo, los ajustes en los hombres llevan más tiempo y son más notables al oírlos.
En la vejez, al disminuir la testosterona en los hombres la voz se vuelve a agudizar. En las mujeres, por el contrario, se vuelve ligeramente más grave por los estrógenos. Además, las cuerdas vocales pierden elasticidad y fibras de colágeno lo que hace que la voz suene un tanto «rasposa».
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