Por José Juan Garza
La autoestima sexual es la agrupación de aspectos relacionados a las vinculaciones sexoafectivas, prácticas sexuales, experiencias sexuales, y demás factores que le permiten a las personas llegar a una autoaceptación sexual, y por lo tanto a una comodidad propia con sus características, actitudes y dinámicas personales en torno a la sexualidad. Esta autoestima sexual es un componente dentro de la autoestima general de las personas y se impactan mutuamente.
La autoestima en general es un conjunto de percepciones, retroalimentaciones y creencias que las personas expresan en sus relaciones con el mundo exterior, indicando qué tanto se consideran así mismas capaces, valiosas e importantes. Hay que recordar que la autoestima es una experiencia propia que se manifiesta mediante intercambios de palabras y comportamientos.
El término autoestima sexual (AS) lo propuso por primera vez David Finkelhor (1979) quien, aunque no llegó a realizar una definición concreta, desarrolló la Sexual Self-Steem Scale para medir las actitudes hacia el autoconcepto sexual.
Y posteriormente, la doctora Eleanor Walker Willemsen (1987) describió la AS como un dominio dentro del concepto de la autoestima global, definiéndola como “percepción de que las características y el comportamiento de una persona son deseables para otros” (Willemsen, 1987, como se cita en Sierra et al, 2018, p. 147).
Asimismo, William Snell y Dennis Papini (1989) también definieron la AS como “la estima positiva y la confianza en la capacidad para experimentar la sexualidad de un modo satisfactorio y placentero” (Snell y Papini, 1989, como se cita en Sierra et al, 2018, p. 147).
Posteriormente, Paula Doyle Zeanah y J. Conrad Schwarz (1996) definieron este concepto como “las reacciones afectivas de uno a las apreciaciones subjetivas de los pensamientos, sentimientos y comportamientos sexuales personales” (Zeanah y Schwarz, 1996, como se mencionan en Ménard y Offman, 2009).
Vale la pena destacar que la AS refleja que existe un carácter positivo en relación con el ejercicio de la sexualidad, la cual se acompaña de una conciencia o actitud que excluye sentimientos de culpa sexual, ansiedad sexual y depresión (Snell, Fisher y Schuh, 1992, como se mencionan en Sierra et al, 2018).
La AS incluye aspectos pasados y experiencias actuales relativas a diversas vinculaciones, como lo son la familiar, de amistad y las sexoafectivas, por lo que existen interseccionalidades entre diversos factores que tienen gran relevancia sobre la AS.
Por otra parte, la percepción individual de los deseos y las orientaciones sexuales se conjugan en el concepto que se conoce como autoconcepto sexual. En sí, el autoconcepto es un factor multidimensional que evalúa la función psicológica individual e incluye sus pensamientos y la percepción de sí misma.
El autoconcepto sexual se deriva de experiencias pasadas y se presenta en experiencias actuales, afectando e impactando el procesamiento de la información social relacionada con la sexualidad. Por lo tanto, la autoestima y la autoeficacia pueden afectar la salud general y el autoconcepto sexual puede influenciar el comportamiento sexual, por lo que repercute en la salud sexual (Salehi et al., 2015).
En este sentido, la salud sexual es la salud física, emocional, mental y social relacionada con los aspectos de la sexualidad. De esta manera, también se han encontrado en estudios recientes que el funcionamiento sexual se correlaciona de manera positiva con la AS, en diversos géneros (Soler et al, 2016, como se mencionan en Sierra et al, 2018).
De esta manera, la autoestima sexual impacta en la definición del autoconcepto sexual personal, y por lo tanto en el comportamiento sexual y finalmente también en la satisfacción sexual. Debido a lo anterior, se ha identificado que el asertividad sexual y la autoestima sexual son dos factores que pueden afectar los niveles de satisfacción sexual individual, donde la satisfacción sexual se entiende como el grado de concordancia y satisfacción en las vinculaciones sexoafectivas y prácticas sexuales propias (Hudson, Harrison y Crosscup, 1981, como se mencionan en Ménard y Offman, 2009).
Definitivamente, se puede concluir que la satisfacción sexual es mayor para personas que estén más cómodas expresando sus necesidades sexuales, que inician dinámicas y comportamientos deseados, y que observen su sexualidad de una manera positiva.
Por lo tanto, es necesario trabajar sobre nuestras bases haciendo conscientes nuestros procesos personales de autovalor, reconociendo nuestros rasgos, situaciones y condiciones, con el objetivo de reconocer nuestros aspectos positivos y áreas de oportunidad en relación con la sexualidad.
La percepción propia y personal es un aspecto que se da posteriormente y también se relaciona con la comunicación, donde siempre es vital conocer y transmitir asertivamente nuestras necesidades y deseos para poder tener una vinculación sexoafectiva armónica y por lo tanto también una mayor satisfacción sexual.
Referencias
- Ménard, A., y Offman, A. (2009). The interrelationships between sexual self-esteem, sexual assertiveness and sexual satisfaction. Canadian Journal of Human Sexuality, 18.
- Salehi, M., et al. (2015). The relationship between self-esteem and sexual self-concept in people with physical-motor disabilities. Iranian Red Crescent Medical Journal, 17(1).
- Sierra, J., et al. (2018). La autoestima sexual: su relación con la excitación sexual. Suma Psicológica, 25(2), 146-152.