Por Cesia Escobar
La lucha por la defensa del Río Santa Catarina frente al proyecto del Viaducto Elevado de Morones Prieto es histórica, y se suma a otras batallas por el territorio, los barrios, la comunidad y los espacios públicos en Nuevo León.
Esta movilización de la población nos recuerda que proteger un ecosistema lleno de vida también es defender el derecho a una movilidad segura y de calidad, a una ciudad digna, accesible y justa.
Es, en esencia, una lucha por el derecho a habitar un entorno sano y por repensar el modelo de ciudad que queremos construir, una que garantice condiciones de vida digna para todas las personas, y que nos permita vivir en equilibrio y cercanía con todas las demás formas de vida.
El movimiento #UnRíoSinViaducto rompió con dos prejuicios muy presentes en nuestros tiempos: que las personas jóvenes no se involucran en asuntos políticos y que en Nuevo León la población no participa.
Porque la defensa del río Santa Catarina ha sido uno de los procesos de incidencia más relevantes de los últimos años, destacado por su capacidad de articulación entre personas de todas las edades, sectores y comunidades diversas.
Gracias a la diversidad de participación, el mensaje llegó a múltiples espacios, combatió la desinformación con datos y argumentos sólidos y movilizó acciones colectivas estratégicas. Jóvenes y adultos participaron.
La magnitud de esta participación fue reconocida incluso por la autoridad federal. La SEMARNAT afirmó que “este proceso ha sido uno de los más participativos”, y no lo dijo solo por la percepción de una reunión informativa concurrida, cuando el pasado viernes 16 de mayo, el Auditorio de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural se llenó de personas que expresaron su rechazo al viaducto con consignas, carteles y argumentos fundamentados.
Además, hasta ese día, se habían registrado 712 comentarios en la consulta pública en línea.
Una semana después, se entregaron más de 5,000 firmas físicas que respaldaban los argumentos técnicos elaborados por los colectivos Un Río en el Río y Calles de Primer Nivel.
Incluso pese a la falta de información clara y actualizada por parte de las autoridades, y pese a las fallas técnicas en las plataformas oficiales, la población participó y ocupó espacios institucionales.
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Este impulso también se trasladó a los espacios digitales.
El movimiento #UnRíoSinViaducto se posicionó en redes sociales, participaron creadorxs de contenido, líderes de opinión, medios independientes, pódcasts y otras plataformas virtuales.
Estas voces se unieron para cuestionar el proyecto, invitar a la reflexión a sus audiencias y compartir recursos que facilitaron la participación informada. Para entonces, los colectivos Un Río en el Río y Calles de Primer Nivel ya habían habilitado el sitio unriosinviaducto.org, donde crearon guías para ingresar al portal de la SEMARNAT, argumentos técnicos y formas de participación.
El compromiso era claro, que a diferencia de los procesos de gobierno, este proceso colectivo fuera sencillo, accesible y al alcance de todxs.
Sin embargo, el activismo no se limitó al entorno digital. La población se organizó en universidades, parques, estaciones del metro y hogares.
Las personas imprimieron formatos de firma, organizaron actividades, establecieron horarios, estudiaron la información técnica y salieron a buscar apoyo.
Todo esto lo hicieron de manera voluntaria, con recursos propios– También se sumaron a los firmatones organizados por el movimiento #UnRíoSinViaducto en conjunto con espacios culturales y organizaciones como Pueblo Bicicletero.
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Además, se llevaron a cabo caminatas colectivas dentro del cauce del río. En algunas de ellas participaron más de 100 personas, muchas de las cuales lo visitaban por primera vez.
Estos recorridos sirvieron para conocer la biodiversidad que lo habita, reconectar con el territorio o simplemente caminar, algo que resulta imposible en muchas otras partes de la ciudad, pero no en el río.
Estas experiencias demuestran que la conversación digital y la acción presencial no se contraponen: se complementan. Son esfuerzos que, al integrarse, fortalecen la participación de acuerdo con los tiempos, posibilidades y recursos de cada persona. Una estrategia de incidencia exitosa, como esta, reconoce el valor de ambos espacios y los potencia.
Aún queda trabajo por hacer.
Falta que el gobierno del estado declare al Río Santa Catarina como Área Natural Protegida, y que la SEMARNAT rechace la Manifestación de Impacto Ambiental del Viaducto Elevado de Morones Prieto, presentada por las autoridades.
El río sigue en riesgo, pero no está solo: cuenta con una comunidad activa, informada y comprometida con su defensa.
Algunas autoridades y sectores han insistido en que, como el río no lleva agua la mayor parte del tiempo, debería “aprovecharse” ¿Se imaginan un espacio verde solo existiendo y siendo lo que es? Impensable en una ciudad adicta al concreto, gases contaminantes y calor.
Sin embargo, este proceso de defensa nos ha hecho ver que el río está vivo: lo habitan árboles, plantas y animales, y lo recorren personas que han encontrado en él refugio y un cachito de esperanza. Por eso, el río siempre está lleno: de vida, de colores, de historias. Y de resistencia.
Sigamos luchando desde un enfoque de justicia ambiental, porque las causas están interconectadas. Por lo que nos hace felices, por lo que nos devuelve la esperanza y nos permite encontrar entornos de aprendizaje, por aquello que nos permite sobrellevar la rapidez y hostilidad de esta ciudad.