EN CORTO
- Los feminicidios de Valeria Márquez (México) y María José Estupiñán (Colombia) nos recuerdan que la justicia también implica la protección de la dignidad de las víctimas, no solo buscar el castigo de los culpables.
- Medios y usuarios en redes sociales describen el delito de feminicidio como un «crimen pasional», pero esta definición no es una categoría jurídica.
- Se trata de un término que desinforma y revictimiza, al mismo tiempo que permite sembrar dudas y diluir responsabilidades de las autoridades.
Por Melina Barbosa
A pesar de haber sido brutalmente asesinadas, Valeria Márquez y María José Estupiñán no han encontrado descanso ni siquiera después de su muerte. Las dos jóvenes, conocidas por crear contenido en redes sociales, han sido blanco de una ola de comentarios misóginos y juicios morales que las responsabilizan de su propio feminicidio.
En lugar de indignación ante sus asesinatos, lo que predomina en muchas plataformas es la revictimización: se les culpa por su estilo de vida, su apariencia o sus decisiones personales para justificar la violencia que les arrebató la vida.
Este tratamiento no solo perpetúa la violencia de género, sino que también invisibiliza las fallas estructurales que impiden a las mujeres vivir y expresarse con libertad.
El caso de Valeria Márquez en México
Valeria Márquez, creadora de contenido de 23 años, fue asesinada el pasado 13 de mayo en su salón de belleza Blossom The Beauty Lounge ubicado en Zapopan, Jalisco.
El hecho transmitido en vivo por TikTok ha desatado una ola de revictimización que convirtió el asesinato de la joven en un espectáculo morboso, ahora visto por miles de personas en internet.
El feminicidio de Márquez se viralizó acompañado de comentarios que cosificaron su cuerpo, mientras que la cobertura mediática, lejos de aportar a la investigación del autor o autores del asesinato, la responsabiliza de lo que le sucedió.
Fiscalía del Estado informa:
Ante versiones que señalan a presuntos responsables del feminicidio ocurrido en Zapopan, aclaramos que no existe señalamiento directo contra ninguna persona en la carpeta de investigación. pic.twitter.com/KC2u3oj87l
— Fiscalía del Estado de Jalisco (@FiscaliaJal) May 15, 2025
Hasta el momento las autoridades no saben quién asesinó a Valeria y oficialmente no hay sospechosos en la carpeta de investigación.
Sin embargo, en redes sociales y medios se ha asegurado que el asesino se trataría de un supuesto líder del cartel de Jalisco, quien estaría detrás del asesinato por «celos».
Una narrativa que deja en evidencia la urgencia por culpar a las víctimas y que a su vez, alivia la presión social sobre las autoridades para garantizar la seguridad de la población.
El morbo que vende y entorpece investigaciones
Difundir el momento del asesinato de una persona no solo mancha su memoria, sino que también normaliza la violencia como «espectáculo» o entretenimiento en la esfera digital.
Mostrar actos de violencia extrema sin advertencia ni contexto puede generar trauma en las personas que lo ven, especialmente si son menores de edad o víctimas de violencia directa o indirecta.
Por ello, es importante evitar la reproducción de contenido violento o de mensajes que hagan apología del feminicidio.
Si bien es cierto que la Ley Ingrid fue aprobada en México para sancionar la difusión de imágenes sensibles de víctimas, en el caso de Valeria Márquez no aplica esta ley, pues el material circuló desde cuentas personales, no desde las autoridades. Además, Jalisco no ha adaptado su legislación local para aplicar estas reformas.
En esta materia, medios y organizaciones dedicadas a difundir historias con enfoque de derechos humanos recuerdan la importancia de replicar narrativas justas que visibilicen la violencia sin convertirla en espectáculo.
Es decir, coberturas que aporten contexto y que no reduzcan a las víctimas a etiquetas, sino que expongan el sistema que permite que se asesine a las personas con completa impunidad y a la vista de todos.
Según datos de Amnistía Internacional, tan solo la violencia con armas de fuego le quita la vida a más de 600 personas al día y de estas muertes (incluidos los suicidios), dos tercios tienen lugar en seis países: Brasil, Estados Unidos, Venezuela, India, México y Colombia.
En este último, la muerte de otra modelo e influencer trascendió tan solo dos días después del feminicidio de la creadora de contenido mexicana, lo que reafirma las altas tasas de feminicidio en América Latina.
El caso de María José en Colombia
María José Estupiñán, una estudiante de la carrera de Comunicación Social, fue asesinada el 15 de mayo en la ciudad de Cúcuta, al noreste de Colombia.
El caso ha establecido paralelismos con el de Valeria Márquez, ya que Estupiñan, de 22 años, también fue asesinada a tiros por un supuesto repartidor que le entregaría un obsequio.
La Policía Metropolitana de Cúcuta ha calificado el hecho como «presunto feminicidio», pero reconoció que en años anteriores María José presentó denuncias por violencia intrafamiliar.
Crimen pasional: un término que revictimiza y desinforma
Gran parte de la cobertura mediática reduce el feminicidio de Valeria y de María José a un «crimen pasional», una definición prejuiciosa y sin sustento legal.
«Las autoridades investigan el caso, sin descartar un crimen pasional o una venganza. El caso ha sido comparado con el de Valeria Márquez en México, asesinada en circunstancias similares», se lee en varias publicaciones de Facebook, X (antes Twitter) e Instagram que retoman el texto de una nota de prensa.
En entrevista con Verificado, la perita en psicología forense, Samantha Olivares, aclaró que «el crimen pasional no es una categoría jurídica» y que se trata de «un término que en el discurso público y mediático se utiliza para culpar a las víctimas».
En cambio, el feminicidio cometido por un vínculo sexo-afectivo o emocional (actual o anterior) de la víctima se le conoce como feminicidio íntimo.
Días antes de ser asesinada, Valeria Márquez responsabilizó a su expareja de cualquier cosa que le pasara a ella o a su familia, incluso si tenía que dejar la ciudad. Pese a que Márquez identificó a su agresor, en el discurso público han predominado mensajes que la criminalizan junto a sus amigas o empleadas del salón de belleza.
«Seguimos en una fase tan primitiva respecto a la violencia de género contra las mujeres que nos siguen asesinando por putas. Para justificar los asesinatos de mujeres que pudieran estar vinculadas con delincuencia organizada hasta han surgido nuevos términos como narcoputas o chapulinas, mujeres sexualmente involucradas con el crimen organizado y que «saltan de un bando a otro», puntualizó Olivares.
Estas coberturas desdibujan por completo a la víctima y dejan fuera la posibilidad de diferentes formas de violencia como la trata, tercer delito más redituable para el crimen organizado después del tráfico de drogas y de armas.
«Sabemos que muchas de las mujeres que están inmiscuidas en estos grupos delincuenciales no están por voluntad propia. Las juventudes atraviesan una crisis de violencia y de precariedad y desigualdad particular que el sicariato aprovecha para ofrecer ‘muchas bondades’ en una sociedad donde no hay mucho que perder», señaló la especialista en violencia de género y feminicidio.
LINKS | FUENTES:
- Muerte de modelo colombiana, días después de que influencer mexicana fuera baleada en vivo, genera condena por feminicidio | CNN
- Comunicado Fiscalía del estado de Jalisco
- Comprender y abordar la violencia contra las mujeres | Organización Mundial de la Salud (OMS)
- Nuevos detalles de lo que hizo María José Estupiñán antes de ser asesinada | Noticias Caracol
- Una década para ser escuchada, segundos para ser expuesta | La Cadera de Eva
- Ociel Baena: Por qué es falso hablar de “crimen pasional” | Verificado MX, Agencia Presentes
- Ocho cosas que debes conocer sobre el tráfico de personas en el siglo XXI | ONU