Por Lilia González Amaya*
En fechas recientes, las personas que habitamos este estado hemos tenido que observar el triste espectáculo de un conflicto constante entre ustedes y el gobierno del Estado. Esto sólo nos sitúa, a la ciudadanía apenas como público y, acaso, como un sector que palidece dada su pobre incidencia.
Es mentira que ustedes, legisladores y legisladoras, ahora sí nos representen, en realidad ni ahora ni nunca lo han hecho realmente. Si así fuese, no observaríamos esa situación de encono político-partidista tan lamentable. Y nosotros, la ciudadanía, indiferente. Pero esto no sólo es su culpa, para que haya sucedido esta situación de no-representación, nosotros también somos responsables ya que no les exigimos enérgicamente que defiendan realmente nuestros intereses.
Son apáticos a nosotros, no les interesamos ni les significamos nada importante.
Existe desde hace años una Ley de Participación Ciudadana que muchos desconocen. En ella existen mecanismos para obligarles a hacer su trabajo. Uno de ellos, el de revocación de mandato, es sumamente importante, pero éste debe ser extensivo para todos los servidores públicos de elección popular (no sólo para el gobernador sino también para legisladores y alcaldes).
En este momento observamos que una Ley que tantos esfuerzos nos costó, se está desvirtuando y utilizando con fines políticos, lo cual nunca fue su intención. Es una lástima, un desperdicio, que, para su implementación, el legislativo en su momento nos impuso cuotas y requisitos irreales para llevarla a cabo. En este momento, ante este triste escenario ya estaríamos pensando en destituirles a casi todos ustedes. Creo que deberíamos de intentarlo.
Otro mecanismo de vital importancia es el de las consultas populares que les obligan a consultarnos antes de tomar decisiones trascendentales. Mecanismo que no utilizan porque, por principio, ni hay sanciones si no lo hacen, ni tampoco les interesa. Son negligentes e indolentes. Si existiesen sanciones, créanlo, la realidad en el estado sería diferente.
La triste realidad es que para que las hubiera ustedes tendrían que regularlas y, claro, no lo hacen ni lo harían. Son juez y parte. Y así jamás cambiaran las cosas. Una democracia representativa paupérrima seguirá existiendo.
Pero volvamos a las raíces de su falta de representatividad presente y pasada. Por un lado ustedes, irresponsables, por el otro nosotros, una ciudadanía silenciada. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando esto? ¿No creen que ya es momento de ir cambiando esto? ¿Aceptarían el reto de dignificar su cargo de representación popular incorporando el juicio ético de una ciudadanía atenta y exigente? ¡He allí nuestro reto! A ello hemos de avocarnos…
Espacio de reflexión de Alianza Cívica Nuevo León