Por Pablo Pérez
Aunque haya pasado un tiempo no puedo dejar de hablar del resultado de las elecciones estadounidenses, la victoria de Donald Trump en sí es poco sorprendente tomando en cuenta que las encuestas (que ya se habían equivocado en 2016) le daban prácticamente un empate, lo interesante es el amplio margen y la diversidad de votantes que antes habían favorecido al partido demócrata y ahora prefirieron al republicano.
Hay muchos análisis pero podemos reducirlo a que al electorado norteamericano le importó mucho la inflación percibida y la mala situación económica. Incluso sectores antes anti Trump decidieron ponerle a prueba en vez elegir la promesa de continuidad de Harris, quien nunca se deslindó de las políticas de Biden que el pueblo considera fallidas.
Una amiga que vive “del otro lado” me decía: “Si nosotros que somos solo dos de familia nos la vimos muy difícil ¡imagínate quienes tienen hijos!” hablando del impacto de la economía en las familias norteamericanas de clase trabajadora.
Gente que no es la derecha extrema, los cristianos fundamentalistas, nacionalistas blancos y otras linduras que forman la base dura del hoy presidente electo, esa gente que hace 4 años votó por Biden hoy decidió que no son tan importantes los comentarios ilógicos, el racismo y las amenazas de violencia de parte de Trump, simplemente su principal preocupación es que no les alcanza para llegar a fin de mes, sumado a que viven en una sociedad acostumbrada a vivir endeudada con hipotecas y tarjetas de crédito lo que ven frente a ellos es el apocalipsis de las finanzas familiares.
El electorado “indeciso” confirmó que está dispuesto a soportar que su gobierno sea menos humano, menos ético, menos “decente” (por lo menos en apariencia) si eso les da esperanza de vivir mejor, un poco como la gente de El Salvador que sabe que están encarcelando inocentes pero lo considera un precio justo a pagar por vivir con mayor seguridad.
Identificar las prioridades del pueblo fue el gran éxito de Trump, aunque después no supiera ni siquiera articular de qué se trata la inflación ni un solo plan para resolverla.
Y sí, sí me preocupa porque pienso que de pronto lo que algunos por nuestro trabajo vemos como importante: la justicia, los derechos humanos, la igualdad, la protección al medio ambiente al final siempre van a estar en segundo plano ante tantas y tantas otras urgencias que viven nuestros pueblos.
El costo de votar por Trump o por Bukele lo veremos con el tiempo, ojalá no sea tan caro como algunos pensamos, pero ya se ve que la sociedad norteamericana, de por sí violenta, ahora siente menos pena en dirigir esa violencia a los diferentes, a las minorías y a los que provienen de otras latitudes.
Habrá pronto elecciones para jueces y ministros en nuestro país, nadie entre las candidaturas será tan conocido como Trump o Bukele o Sheinbaum pero me detengo a pensar, ¿Será que en aras de esa “justicia” que tanto necesitamos y tan poco comprendemos la gente va a estar dispuesta a votar por personajes que tengan características cuestionables? ¿Estará el electorado dispuesto a evitar impresentables simplemente por que no sean “los mismos de antes”?
También esas consecuencias se verán sólo con el tiempo, sabremos entonces si el fin justificó los medios.
