ÁGORA
Por María de Jesús López Castañeda
A lo largo de su historia Nuevo León ha enfrentado situaciones de riesgo a causa del agua. Las sequías recurrentes o los huracanes y tormentas tropicales que han azotado a la entidad han dejado riesgos a los nuevoleoneses.
Actualmente, vemos cómo la problemática del agua se vincula con su escasez, con la falta del recurso para dotar las 24 horas del día a toda la población de la entidad.
Desde octubre de 2000 la zona metropolitana de Monterrey y municipios conurbados han gozado de agua de calidad en cantidad suficiente para olvidarse que en el pasado hemos vivido y padecido tandeos o recortes del suministro.
Esta dotación continua nos ha llevado a vivir en una zona de confort, a desconocer el verdadero valor del agua y a olvidarnos que un adecuado cuidado del agua se logrará en la medida en que entendamos que todos somos responsables de su uso.
Hoy, más que nunca, se hace necesario revivir frases que nos evocan el ahorro y evitar el desperdicio, a recapitular sobre el “ciérrale”, “cuídala”, “porque si la desperdicias hoy te hará falta mañana”.
Pero ¿hasta qué punto estamos los ciudadanos y la autoridad listos para cuidar el agua, para emprender las acciones necesarias que nos permitan alargar el tiempo de dotación del servicio las 24 horas del día o nos rendiremos al confort y al “a mí no me toca”, “que lo haga el Gobierno” o “suficiente hago con pagar el recibo”?
Hemos atestiguado cómo día con día se van vaciando las presas, cómo se busca literalmente “el agua debajo de las piedras”, pero no hemos sido capaces de involucrarnos como ciudadanía en torno a este tema que debería de ser neurálgico y primerísima necesidad.
La cultura del agua es un ingrediente del eje social de la sustentabilidad por su relevancia en el tema de gestión del agua, y se destaca como un tema central y una manera de disminuir la presión sobre el recurso hídrico en las cuencas hidrológicas (Arrojo, 2008).
Para alcanzar el éxito de estos programas se debe fomentar la entrega de información a la población, a la par de promover la educación de todos los grupos de personas, es decir, motivar la participación a través de la promoción de valores y, a partir de ello, mejorar la gestión del agua.
La tendencia internacional actual en la gestión del recurso es seguir los principios de la nueva cultura del agua, la cual se fundamenta en un modelo de desarrollo sustentable integral, con la intención de implantar la apropiación social, considerando su disponibilidad limitada, su valor ambiental y su importancia, basada en principios de equidad, solidaridad, sustentabilidad ecológica, social, económica y una toma de decisiones democrática (Castañón, 2009).
No se debe olvidar la transversalidad en el tratamiento del agua como problema social o de investigación, pues su gestión no implica únicamente temas vinculados a la ingeniería, sino a prácticamente todas las ciencias, porque solo al sentir el problema directamente se podrán adoptar elementos de solución y acción activa.
Se debe sembrar la cultura del agua en la sociedad, con la especial atención en los niños y jóvenes, quienes son más receptivos a nuevos conocimientos (Korenfeld, 2009).
ÁGORA es un espacio de reflexión del Consejo Nuevo León
* Doctora en Política Pública, maestra en Administración Pública y maestra en Análisis Político por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey y comunicadora por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Especialista en competencias ciudadanas y casos de éxito en programas de cultura del agua, es integrante de la Red de Conocimiento del Consejo Nuevo León.