Por Pablo Pérez
Más tardaron en publicar el proyecto de presupuesto 2025 que en corregir la inesperada reducción de fondos a las universidades públicas más importantes del país.
La UNAM y el IPN se posicionaron de inmediato ante la baja de casi un 14% con respecto al año anterior exigiendo a los diputados realizar un ajuste, pero fue la misma SHCP la que salió a disculparse atribuyendo todo a “un error”.
El presupuesto anual es un documento enorme, sí, los rubros son muchísimos y muy complicados pero no se puede hablar de un error si al mismo tiempo se reduce también el monto asignado a temas tan importantes y sensibles como la Salud Pública.
El déficit de 6% heredado inevitablemente tenía que pasar factura y el proyecto lo refleja al mismo tiempo que deja claras las prioridades del recién iniciado gobierno.
Claro que queremos reducir la corrupción, los gastos redundantes, los superfluos y la fuga de dinero público que desde hace tantos años termina en los bolsillos de funcionarios que curiosamente siguen en escena con chaleco de otro color.
Pero la austeridad no es la solución a todos los problemas ni es tan valiosa como nos las quieren vender. La gestión pasada de la CNDH fue la más austera de los últimos años y también la más ineficiente al dictar recomendaciones a menos del 2% de las denuncias que se le presentaron.
Así hay muchos ejemplos, de nada sirve a la nación que la Secretaría de Salud ahorre sí no ofrece por lo menos el mismo servicio que antes, o que CONAGUA opere con un presupuesto menor si la ciudadanía sigue sufriendo falta en el suministro varios meses de cada año y cada vez nos acercamos más al famoso “día cero” en varias ciudades de la República.
En respuesta al déficit claramente se necesitan ajustes, pero la educación y la inversión son necesarias para cimentar la productividad futura, y la salud es indispensable para el bienestar de una población que, si bien en mejores condiciones económicas que en el pasado tampoco está como para absorber esos gastos médicos que suelen dejar endeudadas a tantas familias.
Cortar gastos sin de verdad trabajar contra la corrupción, las asignaciones directas discrecionales y el nepotismo es seguir sacando agua del pozo de siempre sin antes resolver las fugas de la tubería ni cambiar la bomba por un modelo más moderno, eventualmente el pozo se va a secar y si no pasa en esta administración, la próxima solo lo va a encontrar más seco.
Yo no sé cómo resolver esos ni otros problemas que afectan a tantos territorios de nuestro país, justamente para eso confiamos en un presupuesto bien proyectado y bien ejecutado, para pagar el sueldo de quien sí sabe y operar el plan que estas personas propongan y sepan llevar a cabo con controles realmente imparciales que merezcan la confianza de todos.
Sin esta captación de talento y mientras las secretarías estén ocupadas por gente del partido (del partido que sea) en vez de personal capacitado, los militantes seguirán pensando que ahorrar dinero es trabajar bien mientras sus líderes se enriquecen. Al final de todos modos la pagamos nosotros, como siempre.