Esta nota fue realizada en el marco del proyecto “Promover la información confiable y luchar contra la desinformación en América Latina” financiado por la Unión Europea. Su contenido es responsabilidad exclusiva de Estadão Verifica y Verificado, y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Unión Europea.
- Una investigación conjunta de cuatro medios de comunicación de Brasil, Chile, Colombia y México revela cómo las comunidades en línea son utilizadas como plataformas para la comercialización de falsos medicamentos, cursos y consultas.
Especial*
Roberta encontró en una comunidad en línea la promesa de cura para su hijo de cinco años, diagnosticado con autismo. Siguiendo indicaciones, le dio al niño algunas dosis de dióxido de cloro y también ingirió el mismo líquido para tratar otros problemas de salud.
Lo que ambos tomaron como medicamento alternativo es, en realidad, una sustancia tóxica y corrosiva, utilizada en la fabricación de productos de limpieza.
Después de algunos días, el efecto fue devastador. “Pensé que íbamos a morir”, relató la madre en el grupo de mensajes que la aconsejaba. Pero ella no se quejaba ni admitía haber sido engañada; quería saber qué había hecho mal.
Otros usuarios y administradores del grupo, que se lucran con la venta del falso medicamento, la incentivaron a volver a intoxicar al niño, con la falsa afirmación de que eso lo curaría. El “tratamiento” tenía una duración de tres meses.
El nombre de Roberta es ficticio para proteger su identidad, pero todo lo demás es verdad. El intercambio de mensajes ocurrió en la aplicación Telegram y está lejos de ser un caso aislado.
La venta de “kits desinfectantes” para el tratamiento o incluso la cura del Trastorno del Espectro Autista (TEA) ocurre también en WhatsApp y en redes sociales.
La monetización de la desinformación no se limita a los falsos medicamentos, vendidos por hasta 120 dólares (2188 pesos aprox.), influencers del autismo comercializan libros, cursos y consultorías individuales.
Un negocio lucrativo que prolifera gracias a la permisividad de las plataformas en línea y a la baja capacidad de fiscalización del poder público. Y que traspasa fronteras, como revela una investigación periodística conjunta de medios de Brasil (Estadão Verifica), Colombia (Colombiacheck), Chile (Mala Espina) y México (Verificado), todos integrantes de LatamChequea, la red de verificadores de datos de América Latina.
El reportaje fue elaborado en el marco del proyecto “Promover información confiable y combatir la desinformación en América Latina”, financiado por la Unión Europea. Su contenido es de responsabilidad exclusiva de los autores y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Unión Europea.
Es un texto extenso, pero al final entenderás casi todo sobre los métodos de los desinformantes, los riesgos para la salud de las víctimas y las fallas en la fiscalización.

Según la psiquiatría, el autismo es una condición neurológica que conlleva dificultades en la comunicación y en la interacción social. Para algunas corrientes del psicoanálisis que se dedican al desarrollo infantil, se trata de un cuadro psíquico.
No hay un marcador biológico único que permita diagnósticos de laboratorio. Aunque se observa una mayor frecuencia de casos en personas con determinadas características genéticas, la herencia y la existencia de una causa orgánica aún son tema de debate.
Para la medicina, no existe cura. Los psicoanalistas consideran que la infancia es un período de estructuración del sujeto psíquico y que los diagnósticos cerrados o irreversibles no deben ser la regla en esta edad.
Pero ambas corrientes están de acuerdo en algo: no existe medicamento o sustancia química que cure el autismo o trate sus características centrales. Este vacío favorece la acción de desinformadores que promueven falsas causas y falsas curas, en muchos casos con el objetivo de ganar dinero.
La investigación conjunta de los verificadores se realizó entre julio y noviembre a partir de mensajes recolectados en Telegram en los últimos diez años por investigadores del Laboratorio de Estudios sobre Desorden Informacional y Políticas Públicas de la Fundación Getúlio Vargas (FGV) y de la Asociación Nacional para la Inclusión de las Personas Autistas (Autistas Brasil).
El reportaje tuvo impacto incluso antes de su publicación. Después de que Estadão Verifica cuestionara al gobierno brasileño sobre la propagación de desinformación sobre salud en Telegram, la Procuraduría General de la Unión (AGU) presentó una solicitud formal a la empresa para eliminar grupos y canales que vendían ilegalmente dióxido de cloro como supuesta cura para enfermedades, desde el cáncer hasta el autismo.
Según el gobierno, 30 comunidades fueron eliminadas el 19 de septiembre. Sin embargo, los grupos monitoreados por Estadão Verifica, continúan activos.
En la base de datos de la FGV hay cerca de 60 millones de publicaciones realizadas en grupos de Telegram considerados conspiracionistas en toda América Latina y el Caribe.
Se identificaron cerca de 47 mil publicaciones que difundieron información incorrecta o engañosa sobre el autismo en aproximadamente 1,600 grupos y canales abiertos al público.
En estas comunidades hay 4 millones de usuarios. Los investigadores mapearon menciones a más de 100 sustancias o procedimientos diferentes para tratar el autismo en los grupos de Telegram, siendo el dióxido de cloro, por lejos, la indicación más citada.
Los datos muestran que el número de mensajes engañosos sobre el trastorno aumentó más de 150 veces en cinco años.
La muestra analizada revela que las comunidades se organizan mayoritariamente por país, pero también hay evidencias de articulación internacional. Cerca de 15 mil posts idénticos, parte en español y parte en portugués, circularon en comunidades colombianas y brasileñas.
Por su parte, Chile comparte casi 4 mil contenidos iguales con Colombia y 3 mil con México; estos dos últimos países tienen 5.4 mil posts en común.
La investigación identificó, por ejemplo, un post que circuló en un grupo chileno en 2021 y, en 2023, pasó por comunidades de Colombia y México. Al año siguiente, llegó a los brasileños. La publicación es un compilado de enlaces con orientaciones sobre cómo usar dióxido de cloro.

Otro ejemplo es una invitación en Telegram para entrar a la comunidad en español de la estadounidense Kerri Rivera, que fue compartida en grupos de los cuatro países entre 2021 y 2024. Rivera, famosa en grupos negacionistas de la ciencia, montó una red de negocios para promover el dióxido de cloro como tratamiento para el autismo.
También se encontró un post en cuatro países recomendando que las infancias con autismo sigan el protocolo de Andreas Kalcker, otro defensor del uso de la sustancia tóxica como medicamento.
Cómo actuan los Desinformantes
“Buenos días a todos. Ayer tomé tres gotitas activadas de MMS y hoy tuve diarrea y vómito. ¿Esto es normal? ¿Alguien más tuvo esta reacción?”.
El mensaje hace referencia a las siglas en inglés de Miracle Mineral Solution (Solución Mineral Milagrosa), una especie de nombre de fantasía para el dióxido de cloro, y fue enviado por uno de los cerca de 15 mil integrantes del grupo Brasil Brasileo en Telegram.
La comunidad se presenta como un espacio para debatir sobre un “purificador de agua activado”, pero funciona como vitrina de falsos remedios a base del desinfectante.
A pesar de haber recibido notificación del gobierno brasileño para interrumpir la venta irregular de la sustancia, la red permanece activa, sumando canales en Telegram, sitios de ventas y páginas alternativas.
Otro grupo analizado por los verificadores en Brasil está asociado al sitio Purifica o Brasil, en el cual se venden kits que contienen dióxido de cloro por el equivalente a 130 dólares (2,370 pesos aprox.).
El sitio, que fue notificado por el Ministerio de Justicia brasileño en 2024 sobre la venta irregular del producto como medicamento, todavía promueve su uso como “ideal para protocolos intensivos y tratamientos más prolongados».
Solo después de que los verificadores consultaron al gobierno sobre este caso, el canal Purifica o Brasil fue eliminado de Telegram por violar las leyes brasileñas.
La plataforma sólo actuó tras recibir la notificación enviada por la AGU. El sitio web con el mismo nombre, sin embargo, continúa activo.
Hasta ser derribado por Telegram, el grupo propagaba videos como uno que enseñaba a aplicar dióxido de cloro en la nariz de un niño y distribuía una especie de manual paso a paso sobre cómo hacer un enema (inyección de líquido “desintoxicante” a través del recto).
Otro sitio promovido en comunidades de Telegram lleva en su nombre la fórmula del dióxido de cloro (ClO2) y también vende los falsos medicamentos.
Probablemente para evitar problemas legales, la página muestra la advertencia de que “es importante recordar que el dióxido de cloro no se recomienda para el tratamiento de cuestiones relacionadas con la salud».
Aun así, en Telegram, donde ocurre la propaganda, el uso se indica abiertamente para tratar diversos problemas de salud, y otras condiciones, como el autismo.
En Mercado Libre, una de las mayores plataformas de comercio electrónico de Brasil, se encontraron ofertas de kits con dióxido de cloro para “tratamiento de agua”, a pesar de que la venta de la sustancia en el país está autorizada sólo como desinfectante en productos de limpieza.
El anuncio era internacional, con envío gratis a Brasil. Consultada, la empresa informó que los productos a base de dióxido de cloro están prohibidos en el sitio y que eliminó inmediatamente el anuncio al tener conocimiento del contenido, además de notificar al vendedor, quien está sujeto a una prohibición definitiva.

En Colombia, Telegram alberga al colectivo Veeduría Ciudadana por la Verdad, enfocado en compartir contenido antivacunas y que relaciona a los inmunizantes como la principal causa del autismo. También hay una fuerte promoción del dióxido de cloro como tratamiento.
Usuarios de la comunidad comparten videos con testimonios diciendo que niños fueron curados.
Hay un gran volumen de menciones a otras figuras conocidas mundialmente por desinformar sobre vacunas y autismo: Andreas Kalcker, Kerri Rivera y el secretario de Salud del gobierno de Trump, Robert F. Kennedy Jr.
Tanto el grupo como su principal portavoz, Cisalia Camacho, fueron verificados varias veces por Colombiacheck (1, 2, 3, 4, 5, 6) por divulgar desinformación y teorías conspirativas sobre diferentes temas.

En otro grupo bastante activo, Protocolos y Suplementos de Salud México y Colombia CDS Trementina, se comparten videos con recetas para “reparar el intestino de niños con autismo”, además de charlas y entrevistas de Kalcker.
El puertorriqueño Gregorio J. Placeres Díaz es figura común en estas comunidades. Se presenta como químico jubilado y afirma que es posible recuperarse del autismo. Entre los protocolos que promueve hay uno con microenemas de ivermectina de uso veterinario.
Otros videos divulgados en los grupos colombianos son de médicos que desinforman principalmente sobre vacunas, como las argentinas Chinda Brandolino y Alejandra Chiappano y la peruana Lida Obregón.
La mexicana María del Pilar Mora frecuentemente afirma que el autismo está relacionado con infecciones parasitarias, toxicidad acumulada en el sistema nervioso y falta de nutrientes. Ella se presenta como autora de un método que consiste en modificar la dieta para “matar de hambre” a los parásitos, desintoxicar el sistema y usar desparasitantes.
En grupos chilenos que promueven el tratamiento del autismo también hay indicaciones de compra de dióxido de cloro en sitios que, en apariencia, comercializan el producto para la potabilización de agua.
El consumo como medicamento se sugiere de forma indirecta, en testimonios de clientes que afirman tener “más energía” o relatan el uso de la sustancia para eliminar virus o toxinas. Los precios de los envases varían de 13 a 340 dólares (237 a 6,200 pesos aprox.) También se venden kits para la fabricación casera de dióxido de cloro.
El grupo con mayor movimiento en Chile es el Foro La Quinta Columna.
«Quinta columna» es una expresión nacida en la Guerra Civil Española para designar a un grupo de personas que actúa secretamente en el propio país al servicio del enemigo. En sentido figurado, define a quien actúa en el interior de una organización para debilitarla.
La comunidad es un foro de discusión abierto al público en el cual se difunde la falsa narrativa de que el autismo es provocado por las vacunas.

Además de un gran volumen de mensajes, la comunidad tiene muchos administradores. La investigación identificó al menos ocho. El grupo cuenta, además, con el auxilio de dos bots, programas de software que ejecutan tareas automatizadas. Ellos ayudan a controlar el spam y a compartir contenido.

La mayor parte de los administradores divulga en sus perfiles personales un sitio web, bautizado con el mismo nombre del grupo, que se dedica a compartir contenido antivacunas y que pide donaciones en dinero.
Los usuarios del grupo responden entre sí dudas sobre dióxido de cloro y cómo prepararlo. Recomiendan, además, sitios para la adquisición del producto. Se identificaron al menos tres en la investigación: Dioxilife, Dioxvitae y Aqua Pure Life.
En México, es común que la desinformación provenga no sólo de usuarios regulares, como en los demás países, o de los «gurús» conocidos mundialmente como Kerri y Kalcker, sino también de celebridades del mundo del entretenimiento.
Una de ellas es la presentadora Verónica del Castillo, hermana de Kate del Castillo, una conocida actriz mexicana.
Verónica se autodenomina un enlace entre médicos dispuestos a ofrecer “terapia oxidativa” y la sociedad. Otro ejemplo es Tanya Carmona, actriz mexicoamericana que afirma que su hijo con autismo fue «curado« con terapias integrativas.
Otra de las figuras más conocidas en este medio es Inmaculada Fernández Díaz, escritora española cuyas tesis desinformantes sobre el asunto conquistaron amplio terreno en México. Muchos de los canales analizados basan la supuesta relación entre las vacunas y el autismo, en un libro escrito por ella.
En las publicaciones hay enlaces al canal de difusión de la escritora en Telegram, que tenía 6.8 mil suscriptores en septiembre de 2025, además de hipervínculos para la compra de su libro, que cuesta 25.95 euros (551 pesos aprox.)
Diego Fernando Martinelli, es un mexicano que se denomina “médico de la conciencia”, y ofrece cursos sobre “neuroespiritualidad«, promoviendo desinformación sobre autismo por el equivalente a unos 65 dólares (1,185 pesos aprox.).
Consultas y asesorías
En casi todos los grupos monitoreados, la oferta de productos va acompañada de la venta de servicios, como consultas, cursos y asesorías.
Uno de los ejemplos encontrados es el de una persona en Brasil que ofrece consultoría a quien no logra realizar el «protocolo de desparasitación» por su cuenta.
La atención se realiza por mensajes en Telegram, por un valor que solo se divulga de forma privada. El “consultor” difunde y explota la idea de que los parásitos causan autismo.
Los promotores de esta falsa tesis recomiendan protocolos que involucran, además del dióxido de cloro, el consumo de desparasitantes e incluso la aplicación de enemas.

Los administradores de grupos suelen publicar materiales de lectura gratuitos para atraer clientela, pero también venden cursos sobre el uso de las soluciones e indican sitios para la compra de manuales y sustancias.
Algunos limitan la competencia amenazando con expulsar a los miembros que intenten comercializar algo en los propios grupos o por mensajes privados.
Al monitorear grupos en Telegram, los verificadores encontraron enlaces para entrar a comunidades en WhatsApp.
Dos de ellas, mantenidas por una brasileña que se identifica como “Terapeuta Pri Gavazzi”, comercializan cursos para grupos que cuestan alrededor de 55 dólares (1,000 pesos aprox.). Ella ofrece consultoría «para un acompañamiento diario e individual, más detallado».

Roberta citada al comienzo de este reportaje recibió un audio de Pri Gavazzi cuando reveló los efectos de la intoxicación por dióxido de cloro.
“Todo lo que relataste ahí es consecuencia de la suciedad que el cuerpo está echando fuera y de las toxinas del parásito que la solución está atacando”, dijo la autoproclamada terapeuta.
“Entonces, no es la solución la que hizo mal, ¿ok? Lo que pasó ahí es no saber utilizarla, no tomar las precauciones y los debidos cuidados. (…) Y lo que no queremos es eso, que vaya a parar al hospital, la solución ahí queda mal vista«.
Indirectamente, Telegram monetiza la desinformación. Algunos canales analizados por los verificadores tienen la pestaña “Similar Channels” (Canales Similares), un espacio donde el algoritmo de la plataforma recomienda canales parecidos, incluso de promoción del uso de dióxido de cloro.
Si un usuario se suscribe a la versión «premium» de Telegram, que cuesta alrededor de 119 pesos al mes, la red social desbloquea otros 100 canales similares.
En la versión gratuita, son solo 10. “No tienen un solo filtro de algoritmo para limitar lo que puede o no presentarse en los canales similares”, destacó el investigador Ergon Cugler, coordinador del estudio de la Fundación Getúlio Vargas —que puso a disposición la base de datos para la investigación—. “Entonces, Telegram gana dinero con la difusión de este tipo de contenido”.
Consultado, Telegram señaló que ha moderado contenidos nocivos en la plataforma. “Moderadores equipados con herramientas de IA personalizadas monitorean proactivamente las partes públicas de la plataforma y aceptan denuncias con el fin de eliminar millones de contenidos nocivos todos los días”.
La empresa solicitó una lista de grupos donde se localizaron los mensajes.

Relatos personales y conspirativos
Para convencer a sus víctimas de administrar protocolos sin evidencia científica en personas con autismo, sobre todo en la infancia, los desinformantes hacen uso frecuente de mensajes que explotan la emoción de sus madres, padres y responsables impactados por el diagnóstico.
Los administradores de estos grupos publican supuestos relatos personales para crear identificación y esperanza. Hay quienes afirman haber superado el problema o curado a “pacientes” a partir de protocolos pseudocientíficos.
Un ejemplo de estos relatos es la publicación titulada “Testimonio de desparasitación y autismo”, publicado en un grupo de Colombia.
El texto, supuestamente escrito por la madre de un niño de cuatro años, afirma que ella recibe un “protocolo de desparasitación” que incluye trementina, un solvente inflamable obtenido de la destilación de la resina de pinos.
La madre relata mejoras, pero afirma también que el hijo presentó convulsiones después del tratamiento y que expulsa “material orgánico de olor fétido y aspecto extraño”.
Videos con testimonios diciendo que personas con autismo mejoraron o fueron curadas por los protocolos son comunes. Muchos de ellos muestran a madres, padres o tutores exhibiendo imágenes de infancias y hablando de sus experiencias con los tratamientos.
En este contexto, se crea un ambiente impermeable a argumentos contrarios, ya que otros miembros del grupo validan las falsas narrativas y presionan a madres, padres y responsables que están vacilantes.
Cuando hay descripciones de resultados negativos, la apelación al sentimiento de culpa es un enfoque frecuente. Administradores y usuarios de los grupos señalan “errores” en la forma de aplicar los protocolos si alguien habla de reacción adversa o empeoramiento de un cuadro.
Otro argumento falaz es el de la “crisis curativa”. El término se usa en grupos que promueven la medicina alternativa para describir un empeoramiento temporal de los síntomas. Según los promotores de esta idea, la crisis indica que el tratamiento está funcionando.
La imagen a continuación muestra a una persona en un grupo brasileño afirmando haber comenzado a dar CDS —otro de los apodos del dióxido de cloro— a su hija de 10 años.
La mujer relata que la niña comenzó a toser mucho y sentir dolor de garganta. Uno de los administradores responde que eso ocurrió porque la persona cometió dos errores: haber aplicado una dosis alta y haber preparado la solución en una botella de acero inoxidable.

Otra persona, al comentar sobre efectos adversos, recibe como respuesta que debería haber hecho primero un protocolo de adaptación.
“¡No sirve de nada correr!”, dice el interlocutor. “Paciencia siempre. El dióxido de cloro se usa en todo el mundo en humanos y animales”. Incluso a una paciente de cáncer se le dieron indicaciones de seguir tomando el CDS, a pesar de haber contado que se sintió muy mal tras ingerir el producto.

En respuesta a un miembro que relató vómitos y malestar, el perfil administrador del canal Brasileo en Telegram afirmó que los síntomas serían señales de que el cuerpo estaría “atacando parásitos” y eliminando toxinas de vacunas como la triple viral, señalada en el grupo como causa del autismo.
El investigador Ergon Cugler, de la FGV, afirma que la principal táctica de los desinformantes para diseminar los contenidos falsos y engañosos es hacer una especie de polinización de enlaces de canales y grupos con temas afines, que engloban diversas formas de conspiracionismo.
“Por ejemplo, si entras a un canal del Nuevo Orden Mundial porque viste un video en YouTube gracioso sobre eso, de repente recibes enlaces de canales sobre globalismo”, ejemplificó. “Haciendo click en uno de esos enlaces, recibes otro de antivacunas. Y, a partir de ese canal, entras a un grupo que es de venta de medicamentos alternativos”.
Según el investigador, las principales puertas de entrada para comunidades de off-label (administración de sustancias diferente a aquella para la cual el producto fue aprobado por agencias reguladoras) son grupos de ocultismo y esoterismo.
“Más que usuarios individuales que sirven como traductores entre los países, lo que existe es una red fortalecida de conspiracionismo”, dijo.
Cugler agrega que, cuanto más se cree en una teoría de la conspiración, más propenso se está a creer en otras.
“De repente, estás convencido de que tienes que tomar el protocolo de desparasitación, dióxido de cloro, todo lo que puedas imaginar para supuestamente curar lo que el nuevo orden mundial, a través de los reptilianos, implementó en las personas en la tierra plana”, ironizó.
Parásitos y vacunas
En comunidades en línea que promueven la desinformación, la causa del autismo llega a ser falsamente atribuida a infestaciones por parásitos.
Entre los mensajes monitoreados hay uno que alega que el trastorno sería consecuencia del hecho de que el intestino está «muy sucio«. También es común encontrar mensajes que asocian esta condición neurológica a las vacunas, un mito que surgió de un estudio científico fraudulento y que ya ha sido desmentido por investigaciones serias.
Otras falsas causas aún más extrañas aparecen en grupos de América Latina.
En Brasil, por ejemplo, hay varias menciones al uso de medicamentos, como antibióticos, que “intoxican” el cuerpo y causan el trastorno.
En México, se hacen asociaciones con la contaminación ambiental, como la proveniente de pesticidas, por ejemplo.
En Chile, mensajes asocian el autismo a «disforia de género” y a un colorante rojo.
En Colombia, publicaciones dicen que «el autismo es un negocio para el sistema«, difundiendo la teoría conspirativa de que los niños estarían siendo «contaminados” (por las vacunas, por ejemplo) para que alguien lucre con ello.
Las imágenes reproducidas a continuación son ejemplos de mensajes que, con alegaciones infundadas, estimulan el miedo en relación con las vacunas.
La primera, en tono alarmista, dice que desde el comienzo de la vida, los bebés son “pinchados” con cócteles químicos. La publicación afirma que los inmunizantes contienen ingredientes tóxicos que causan autismo y otras enfermedades, afirmaciones ampliamente desmentidas por la ciencia.

El segundo mensaje afirma que un niño desarrolló autismo tras recibir 18 vacunas en un único día, lo que demostraría la relación de causa y efecto. Este rumor, que también circuló en Brasil, fue verificado y desmentido por Estadão Verifica en 2024.

En los grupos monitoreados, la vacuna triple viral, que previene sarampión, paperas y rubéola, es descrita como capaz de dejar un “virus parásito” en el organismo o de liberar supuestos metales pesados, cuestiones desmentidas por especialistas y por reportajes de Estadão Verifica.
Elementos citados en contenidos de desinformación, como timerosal y adyuvantes de aluminio, tampoco sostienen las narrativas antivacunas: el primero fue retirado o reducido por precaución y nunca tuvo relación con el autismo, y el segundo se mantiene en niveles muy por debajo de los límites de seguridad.
El neurocientífico Victorio Bambini Junior, profesor senior de la Universidad de Lancaster, en Inglaterra, destaca que los componentes de las formulaciones de vacunas se usan en cantidades muy pequeñas, tienen comportamiento conocido en el organismo y se eliminan rápidamente.
“Lo que permanece es solo la memoria inmunológica”, afirmó. Recordó que grandes estudios poblacionales, como una investigación danesa con más de 650 mil niños, además de análisis del Institute of Medicine, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) —la principal agencia de salud pública de Estados Unidos— y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestran de forma consistente que no hay asociación entre vacunas y la condición del espectro autista.
Bambini alerta que métodos que prometen “desintoxicar” vacunas, como quelantes, purgas y dietas restrictivas, no tienen mecanismo plausible ni validación científica. Además, pueden causar daños, como desequilibrios electrolíticos y lesiones renales.
En la misma línea, Rafaella Fortini, investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y especialista en vacunas de la OMS, afirma que la idea de un “virus parásito” dejado por inmunizantes no tiene sentido.
“Las vacunas presentan al cuerpo una versión inactivada, debilitada o un fragmento del virus”, explicó. “No tienen capacidad de instalarse en el organismo”.
Gregório Almeida, de la Universidad Federal de Minas Gerais, destacó que los residuos de vacunas se eliminan rápidamente, tanto en los inmunizantes de virus atenuados como en los de ARN. “No hay residuo activo circulando días después”, dijo.
“Desde 1998, investigadores independientes de siete países realizaron más de 40 estudios de alta calidad involucrando a más de 5.6 millones de personas. La conclusión es clara e inequívoca: no hay relación entre vacunas y autismo. Cualquier persona que repita ese mito perjudicial está mal informada o intentando intencionalmente engañar a los padres”.
La declaración fue hecha recientemente por Susan Kressly, presidenta de la Academia Americana de Pediatría. La entidad, junto con otras decenas de instituciones médicas y científicas, protestó contra cambios en el sitio web de los CDC de Estados Unidos, que ahora muestra el mensaje: «Estudios científicos no descartaron la posibilidad de que las vacunas infantiles contribuyan al desarrollo del autismo».
La frase fue colocada en el sitio por motivos políticos, no científicos. La determinación vino del secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., Robert F. Kennedy Jr., el activista antivacunas más poderoso del momento.
Recientemente, buscó conectar el desarrollo del autismo al consumo de Tylenol (una marca de paracetamol o acetaminofén) durante el embarazo, otra asociación estrafalaria sin ningún respaldo científico.
La alteración de la política de los CDC es probablemente el mayor impulso a la desinformación sobre vacunas y autismo desde la publicación de un estudio del gastroenterólogo británico Andrew Wakefield, en 1998.
El estudio buscaba señalar a los inmunizantes como causa de esa condición. Se comprobó, posteriormente, que el médico utilizó datos falsos y contradijo principios básicos de la investigación científica para defender la teoría.
La revista The Lancet, que publicó el estudio, lo retractó y reiteró que las conclusiones eran falsas.
Desparasitantes y minerales
El tratamiento con dióxido de cloro es el más recomendado en los grupos que esparcen desinformación sobre autismo, pero hay otros protocolos pseudocientíficos.
La shungita, un mineral, es citada frecuentemente en Chile. La trementina aparece con frecuencia en publicaciones en Colombia.
En México, el monitoreo encontró, entre las soluciones divulgadas, dióxido de cloro, zeolita cálcica, astrágalo, plata coloidal, “oro líquido” y dispositivos que prometen “alcalinizar” el agua.
Al igual que en grupos brasileños, los responsables de infancias con autismo reciben orientaciones para evitar médicos, esconder el uso de estos productos e interpretar reacciones adversas como supuestos “procesos de limpieza”.
El azul de metileno y la ivermectina aparecen en más de un país. Normalmente, quien los indica afirma que sirven para curar diversas “enfermedades”, entre ellas el autismo.
En el caso ilustrado a continuación, una persona afirma querer hacer el protocolo de desparasitación con pamoato de pirantel, un vermífugo (antiparasitario intestinal) de uso veterinario.
Ella pregunta si alguien sabe dónde encontrar la versión para humanos del medicamento, y sugieren usar el remedio para animales, que sería “tan seguro como el de la gente”.

Riesgos para la salud
El neurocientífico Bambini explica que el dióxido de cloro es un agente oxidante altamente tóxico. “No existe escenario seguro para su uso terapéutico”, dijo.
La ingestión puede causar lesiones severas en el tracto gastrointestinal, vómitos, diarrea intensa, quemaduras en las mucosas y deshidratación, con impacto aún mayor en niños y niñas.
En mensajes monitoreados por la investigación, es posible observar que síntomas como náuseas, ardor, vómitos y diarrea se presentan como señales de “desintoxicación”, lo que termina normalizando reacciones que indican el inicio de lesiones.
De acuerdo con el profesor, estos síntomas reflejan los daños inmediatos que el dióxido de cloro puede causar. El efecto oxidativo del producto puede destruir células de la boca, del esófago y del intestino, además de provocar sangrados, inflamación aguda y pérdidas rápidas de líquido. “La agresión a las mucosas ocurre ya en las primeras exposiciones”, afirmó.
El científico resalta que los riesgos van más allá del sistema digestivo. El dióxido de cloro compromete la capacidad de la sangre para transportar oxígeno. En niveles más elevados, puede llevar a la pérdida de conciencia e incluso a la muerte.
Autoridades de salud alertan además que el líquido puede afectar negativamente los riñones y el hígado. Por eso, instituciones como la Food and Drug Administration (FDA), la OMS, la European Medicines Agency (EMA) y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) prohíben el uso terapéutico del compuesto.
Los pseudocientíficos
En general, las figuras presentadas como “especialistas” en las comunidades en línea no tienen formación médica.
En Colombia, Colombiacheck entrevistó a uno de los nombres más citados en esas comunidades, Beyman Yepes Murillo, también conocido como «Dr. Foreman Yepes».

Él admitió no ser médico y alegó usar el título de “doctor” porque “la gente le dice así a uno porque lo sanó”. También dijo actuar hace casi dos décadas ofreciendo consultas virtuales basadas en los protocolos de Andreas Kalcker y Jim Humble, creadores del MMS.
El falso profesional de la salud relató prescribir dietas restrictivas, desparasitación, enemas y uso continuo de dióxido de cloro, que describió como “inofensivo”.
Kerri Rivera, estadounidense que hoy vive en México, es una figura de culto en los grupos que desinforman sobre el autismo.
En 2013, escribió un libro que promueve la supuesta cura del trastorno con MMS y que fue eliminado de plataformas de venta por su contenido engañoso. Rivera no es médica ni tiene formación científica. Antes de monetizar la falsa cura con venta de libros, charlas y consultas, era agente inmobiliaria.
Andreas Kalcker también es citado frecuentemente en esas comunidades como fuente para respaldar las alegaciones. Fue mencionado como uno de los mayores promotores del dióxido de cloro en América Latina en la investigación La ciencia que los promotores del dióxido de cloro realmente dominan, publicada por una alianza de medios, incluyendo Colombiacheck, en 2022.

Consultado por Estadão Verifica, Kalcker alegó no afirmar que existe cura para el autismo en el sentido tradicional, sino que “existen abordajes biofísicos que pueden mejorar significativamente la calidad de vida de muchas personas”.
Cómo reaccionan los gobiernos
En Brasil, vender dióxido de cloro es delito
El año pasado, el Ministerio de Justicia de Brasil notificó a 10 sitios de comercio electrónico brasileños que vendían irregularmente dióxido de cloro como tratamiento para el autismo y también para “inactivar” vacunas, procedimiento que solo existe en el mundo de la charlatanería. Pero algunos de ellos, como ClO2 y Purifica o Brasil, continúan en línea.
A pesar de las prohibiciones y de operaciones puntuales de fiscalización, el gobierno federal no sabe cuántos productos a base de dióxido de cloro circulan en el país, cuántas incautaciones se realizaron o cuántas notificaciones se abrieron oficialmente.
Las respuestas enviadas por Anvisa, Ministerio de Justicia, Secretaría Nacional del Consumidor (Senacon) y Consejo Nacional de Combate a la Piratería (CNCP) revelan un escenario fragmentado: cada organismo posee solo una parte del proceso y ninguno de ellos mantiene un registro nacional sobre este comercio ilegal.
Anvisa informó que actos normativos prohíben el MMS y la comercialización y propaganda de la solución, pero reconoció no tener números consolidados sobre incautaciones.
Con la descentralización del Sistema Único de Salud (SUS), las acciones de fiscalización e incautación quedan a cargo de las vigilancias sanitarias municipales y estatales, además de actuaciones de la Procuraduría de Consumidores y de las policías Civil o Militar.
Paralelamente, Anvisa puede aplicar sanciones administrativas, como multas e incautaciones, independientemente de lo que suceda en la esfera penal.
En la práctica, sin embargo, la mayor parte de las acciones de campo las realizan las vigilancias sanitarias municipales, que elaboran actas de infracción y abren procesos administrativos, pero no investigan delitos. En una nota, el Ministerio de Justicia destacó que las notificaciones son solo administrativas.
“Nuestra actuación no genera proceso penal; eso solo ocurre cuando trabajamos junto con el Decon (Comisaría de Protección al Consumidor)”, explicó Marcela Radaelli, fiscal de la Vigilancia Sanitaria de Alvorada, en Rio Grande do Sul.
El Decon confirmó a Estadão Verifica que el carácter penal solo se aplica cuando la Vigilancia Sanitaria incauta el producto, identifica riesgo y deriva el caso. La Senacon, ligada al Ministerio de Justicia, que notificó a las plataformas en 2024, tampoco posee datos específicos sobre denuncias relacionadas con el compuesto.
El caso de Brasileo, uno de los grupos brasileños monitoreados por el reportaje, evidencia las limitaciones de las medidas administrativas. Incluso después de ser notificado en el ámbito del programa Salud con Ciencia, del Ministerio de Salud, la red permanece activa, con canales en Telegram, sitios de ventas y páginas alternativas.
El gobierno admite que las notificaciones dependen del cumplimiento voluntario de las plataformas o de los vendedores. Cuando esto no ocurre, el CNCP puede derivar el caso a la policía o al Ministerio Público, pero no hay actuación coordinada entre las diferentes esferas.
La AGU informó que actúa en acciones de eliminación de canales y combate al comercio irregular dentro del programa, pero, así como los demás organismos, no presentó datos consolidados sobre cuántos perfiles, páginas o grupos fueron dados de baja.
En un escrito, resaltó que vender productos sin autorización sanitaria en el país es delito, lo que puede exigir la actuación de las autoridades policiales cuando sea necesario.
En la esfera penal brasileña, la venta de dióxido de cloro abre un abanico de posibles encuadres. El abogado penalista Gelson Fassina afirma que los responsables pueden responder por charlatanería, curanderismo e incluso delitos contra la salud pública.
“Todos esos tipos penales pueden aplicarse, además de eventual asociación criminal”, dijo. Según él, la venta de un producto terapéutico sin registro en Anvisa ya configura como delito, independientemente de que haya daño a la salud del consumidor.
La gravedad aumenta cuando hay promesa explícita de cura. La penalista Eduarda Garcia resalta que el artículo 273 del Código Penal brasileño, que trata de la comercialización de productos terapéuticos sin registro, suele ser el encuadre más robusto.
“Es uno de los delitos con pena más alta del Código Penal”, señaló. Explicó que la charlatanería (artículo 283) también puede aplicarse cuando alguien anuncia una cura infalible.
La responsabilidad no recae solo sobre quien vende. En los grupos monitoreados, usuarios que se presentan como terapeutas, influenciadores o padres “experimentados” actúan estimulando el uso de las sustancias.
Según Eduarda, estas personas pueden ser responsabilizadas como partícipes o coautores. “Si contribuyen a la práctica, ya sea instigando u orientando, pueden responder penalmente”, dijo.
En Brasil, los derechos de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) están garantizados principalmente en la Ley Berenice Piana.
La abogada Pietra Gomes, especialista en la defensa de los derechos de las personas con autismo, alerta que el uso de tratamientos sin evidencia científica o de medicamentos no aprobados por Anvisa viola estas garantías previstas en la ley.
“La legislación asegura que las personas con autismo tengan acceso a cuidados de salud seguros, como diagnóstico temprano, terapias con eficacia comprobada y acompañamiento multidisciplinario”, afirmó. Según ella, intervenciones basadas en evidencia y el acompañamiento médico regular son fundamentales para garantizar el desarrollo pleno de las personas con TEA.
En el campo civil, la abogada Brunize Finger explica que la Ley Berenice Piana, combinada con el Estatuto de la Persona con Discapacidad, asegura protección contra prácticas abusivas.
Además de las personas que anuncian falsas curas, las plataformas que hospedan estos grupos también pueden ser responsabilizadas. Tras la decisión del Supremo Tribunal Federal brasileño en 2025, empresas como Telegram y sitios de comercio electrónico pueden responder ante la Justicia si, tras notificación extrajudicial, no eliminan contenidos manifiestamente ilícitos.
“La omisión ante riesgo concreto puede configurar negligencia grave”, alertó Eduarda Garcia. Brunize Finger resalta que, en el caso de anuncios pagados, la responsabilidad de las plataformas es aún mayor, ya que la plataforma evaluó y aprobó el contenido patrocinado o vinculado.
Para familias que compraron los productos o cuyos hijos enfermaron tras el uso, especialistas recomiendan actuar sin demora.
Capturas de pantalla de conversaciones, números de teléfono, enlaces, comprobantes de pago e informes médicos son fundamentales para sostener una denuncia. La orientación es que la persona perjudicada busque la comisaría de delitos cibernéticos o el Ministerio Público, llevando todo lo que compruebe la negociación y los daños.
Información sobre quién vendió —como nombre, registro fiscal y dirección— también ayudan a acelerar las investigaciones. La penalista Eduarda apunta que herramientas de captura certificadas, que garantizan la autenticidad de conversaciones y anuncios, fortalecen el material probatorio y evitan la impugnación de capturas simples.
Gobierno de México es laxo en la regulación de productos riesgosos
En México, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), organismo responsable de autorizar alimentos, medicamentos y tratamientos, fue cuestionada por Verificado MX sobre la legalidad de productos que prometen “curar” el autismo con dióxido de cloro o zeolita.
Un día previo al cierre de edición y fuera del plazo máximo de respuesta, la Cofepris respondió que las “terapias” que incluyen zeolita o calostro bovino para “curar múltiples trastornos”, se venden como suplementos alimenticios, por lo que no requieren de registro sanitario ante la autoridad.
Al cuestionar a la Cofepris si los productos han sido evaluados y declarados inocuos de acuerdo a sus parámetros, la autoridad contestó que “los suplementos alimenticios solo reciben una opinión técnica, la cual no incluye una evaluación que asegure la inocuidad de acuerdo a los parámetros establecidos por la autoridad sanitaria”.
También se enviaron preguntas al Instituto Nacional de Salud Pública, pero el organismo negó la solicitud alegando “notoria incompetencia”, indicando que no considera tener atribuciones directas sobre el tema.
Chile mantiene prohibición y refuerza alertas contra dióxido de cloro
En Chile, las autoridades dejan claro que el dióxido de cloro no es un medicamento y no posee registro sanitario.
La prohibición está vigente desde 2012, cuando el Instituto de Salud Pública (ISP) publicó una nota de seguridad alertando sobre los riesgos de productos vendidos como “soluciones milagrosas”, incluyendo el MMS.
El Ministerio de Salud reforzó esta posición al enviar a Mala Espina Check boletines informativos que reiteran la prohibición del producto. Según el organismo, no fue posible proporcionar datos sobre incautaciones debido a un problema en la plataforma del ISP que impidió el acceso a la información.
Sin embargo, datos abiertos de agosto de 2022 indican que las autoridades responsables realizaron más de 676 mil incautaciones de medicamentos durante el primer semestre de ese año.
La Policía de Investigaciones (PDI), que actúa en conjunto con el ISP en las operaciones de fiscalización, no respondió a las solicitudes hasta esta publicación, lo que no permite saber cuántas acciones, incautaciones o detenciones se realizaron en los últimos años.
Actualmente, la ley permite procesar como delito la comercialización ilícita de “medicamentos sujetos a control legal”, como psicotrópicos. Sin embargo, no es posible detener y castigar a personas que venden medicamentos por medios no autorizados.
Por este motivo, en abril de 2023, un grupo de senadores propuso una modificación a la normativa vigente. La iniciativa tiene el objetivo de tipificar el delito de venta ilegal y de distribución de medicamentos, con penas de hasta 15 años de prisión y multas.
Hasta hace poco, la iniciativa se encontraba en el primer trámite legislativo. Aunque la Comisión de Salud acordó enviar el informe a la Comisión de Constitución en septiembre de 2023, el proyecto no ha sido discutido desde entonces.
Colombia también carece de transparencia sobre fiscalización, sanciones y eliminaciones
En Colombia, el Ministerio de Salud, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) dijeron a ColombiaCheck que el país dispone de leyes y normas para proteger a las personas con autismo en el campo de la discapacidad y de la salud mental, amparadas por convenciones internacionales, derechos fundamentales y legislación nacional.
El Ministerio señala la Ley de Salud Mental de 2025, que actualiza la legislación anterior, y el decreto que la reglamenta. Aun así, ninguna autoridad presentó acciones concretas en curso para enfrentar la desinformación y la oferta de “curas” fraudulentas, lo que expone la distancia entre lo que está escrito y lo que de hecho se pone en práctica.
El Invima fue el único en detallar procedimientos. El organismo dice monitorear la publicidad de medicamentos y fitoterapéuticos con registro y recuerda que las instituciones municipales de salud pueden actuar contra anuncios engañosos.
El organismo dice mantener articulación con instituciones locales para acciones de inspección, vigilancia y control. El instituto negó que hubiera un seguimiento específico sobre supuestas “curas” para el TEA e informó que no hay solicitudes regulatorias en análisis con esa finalidad.
Cuestionado sobre medidas prácticas, afirma que puede exigir la rectificación, suspensión o retirada de piezas publicitarias, realizar inspecciones, incautar material, derivar procesos a la Dirección de Responsabilidad Sanitaria y pedir la eliminación de contenidos en redes sociales y marketplaces, en cooperación con plataformas como Meta y Mercado Libre.
En la esfera del consumidor, casos de publicidad engañosa van a la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), y, ante productos sin registro, se debe accionar al Invima, con posibilidad de sanciones.
Cuando hay niños involucrados, el ICBF puede ser accionado para el restablecimiento de derechos si los responsables persisten en el uso de sustancias peligrosas, principalmente tras alerta médica o atención por intoxicación.
Al igual que en Brasil, la orientación para quien está expuesto a este tipo de oferta es juntar evidencias, como etiquetas, enlaces y comprobantes de compra, consultar el portal de alertas del Invima y accionar al grupo de respuesta inmediata del organismo cuando la venta ocurra en línea, además de comunicar a organismos de municipios y departamentos cuando haya comercio presencial.
En casos de amplia publicidad engañosa, la orientación es buscar a la SIC. Se orienta a los profesionales de la salud a registrar los casos en la historia clínica y mantener la prescripción estrictamente médica, siguiendo el protocolo oficial.
Desde el punto de vista legal en Colombia, la abogada neurodivergente Linda Ivonne Rosero Chingal detalla los encuadres posibles.
“Pueden incurrir en estafa (art. 246), oferta engañosa de productos y servicios (art. 300) y fabricación y comercialización de sustancias nocivas para la salud (art. 374), con pena de 5 a 11 años”, comenta.
Ella agrega que, dependiendo del caso, pueden configurarse lesiones personales y, en situaciones extremas, homicidio culposo. “Las denuncias penales deben presentarse ante la Fiscalía General de la Nación”, dice.
En la evaluación de Rosero, prácticas de este tipo violan la igualdad, dignidad, intimidad y la salud. Recuerda además que las personas con autismo no hablantes tienen derecho a la comunicación y a la información, lo que impone al Estado y a los servicios de salud la obligación de garantizar medios de comunicación alternativos.
Estadão Verifica buscó a Kerri Rivera, Leo Araujo, Pri Gavazzi y el sitio Purifica o Brasil, pero no obtuvo respuesta.
CRÉDITOS
- Estadão Verifica: Luciana Marschall y Ariel de Freitas (Brasil)
- Verificado: Debanhi Soto y Liliana Elósegui (México)
- Mala Espina: Valeria Faúndez y Camila Ramírez (Chile)
- Colombiacheck: Paola Benjumea Brito, José Felipe Sarmiento Abella y Sharon Mejía (Colombia)
Esta investigación es parte de “Los Desinformantes”, una serie de investigaciones sobre diferentes actores que desinforman en la región que realiza LatamChequea, la red de chequeadores latinoamericanos. Esta nota fue realizada en el marco del proyecto “Promover la información confiable y luchar contra la desinformación en América Latina” coordinado por Chequeado y financiado por la Unión Europea, su contenido es responsabilidad exclusiva de Estadão Verifica y Verificado no refleja necesariamente los puntos de vista de la Unión Europea.


