La lucha por la atención desgasta la verdad

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Este artículo deriva de la conversación que sostuvimos en el episodio 3 “Los Fake Media: Del clickbait a la desinformación”, de la segunda temporada del Podcast «Del dicho al Hecho«

Por Daniela Mendoza Luna

Todos hemos caído en la trampa. Ese titular impactante sobre un descubrimiento «milagroso» o esa foto «filtrada» que prometía un escándalo nos ha hecho decir: «No puedo creer esto» o «¡Tengo que compartirlo!». 

Este reflejo impulsivo es la victoria en la guerra moderna por la atención, un campo de batalla donde la información del consumidor se ha convertido en el activo más codiciado, la verdadera «moneda digital» del siglo XXI. 

La lucha por captar esa atención ha creado un ecosistema mediático radicalmente transformado, uno en el que la verdad a menudo queda en un segundo plano, sacrificada en el altar del engagement.

En un mundo donde la atención es la moneda más valiosa, los medios, las plataformas y hasta las personas han aprendido a jugar con nuestras emociones. Este juego, que comienza con un simple y aparentemente inofensivo clic, tiene un costo real y profundo para nuestra sociedad. 

El clickbait no es solo un anzuelo para la curiosidad; es el primer paso en un camino peligroso que erosiona la confianza en el periodismo, profundiza la polarización del debate público y, sin que nos demos cuenta, nos convierte en cómplices de la desinformación. 

El volumen de datos que generamos con cada interacción es el combustible de un sistema diseñado para mantenernos conectados, no necesariamente informados.

El clickbait, o «gancho viral» es la puerta de entrada estratégica y programada al ecosistema de la desinformación. Su objetivo principal no es informar, sino generar tráfico a cualquier costo, porque se traduce en ingresos publicitarios. 

La información se vuelve secundaria al «gancho», un mecanismo diseñado para manipular nuestras respuestas emocionales y cognitivas con la finalidad de asegurar una visita o una interacción. Es la optimización algorítmica de la emoción humana.

La anatomía del clickbait es reconocible y efectiva porque se dirige directamente a nuestros instintos más primitivos. 

Se construye a partir de una combinación de titulares sensacionalistas que:

  • Prometen revelaciones extraordinarias o consecuencias catastróficas («Te quedarás sin palabras después de ver lo que hizo»)
  • Listados del tipo «Las 10 cosas que no sabías…» que crean una expectativa de conocimiento fácil (la llamada «golosina informativa»)
  • Preguntas retóricas que apelan a la intriga sin ofrecer respuestas sustanciales
  • Imágenes impactantes o engañosas que capturan la mirada y provocan una reacción inmediata de asombro o indignación.

El clickbait explota sesgos cognitivos fundamentales, como el de curiosidad (el information gap), esa sensación de necesitar saber la respuesta o completar una información faltante, y el sesgo de confirmación, atrayendo a quienes ya creen en una narrativa específica.

Además, apela directamente a nuestras emociones más primarias: la indignación, el asombro o la urgencia. Este estímulo asegura que la reacción emocional supere al análisis racional y nos impulse a hacer clic sin detenernos a dudar. 

La lucha por la atención desgasta la verdad

De los medios y el clickbait a los Fake Media

La presión económica del entorno digital ha creado un “incentivo perverso» que empuja incluso a los medios de comunicación serios, con una tradición de rigor, a adoptar tácticas de clickbait para sobrevivir. 

Este problema se origina en el modelo de negocio dominante, basado en los ingresos por publicidad programática, que convierte al clic en el “principal indicador de rendimiento y rentabilidad”. 

Al priorizar el volumen de tráfico sobre la calidad del contenido, las redacciones se ven forzadas a favorecer el sensacionalismo y la rapidez sobre la profundidad.

Esta dinámica convierte a los medios en esclavos de los algoritmos de las redes sociales y los motores de búsqueda, que están diseñados para premiar el contenido con “alto engagement”. 

El periodismo de investigación riguroso y costoso se ve obligado a competir en un terreno desigual, tal como lo ilustra el director editorial del Diario “El Popular”, Luis Alberto Martínez Álvarez, al señalar la cruel paradoja: «Necesito poner a pelear mi investigación con un meme de gatos en las redes sociales. ¿Cómo le hago?». La respuesta más frecuente es sacrificar la profundidad para añadir más «gancho».

Este ciclo erosiona la credibilidad de medios y periodistas. La carrera por el clic también confunde al público sobre qué es el verdadero periodismo. 

Como advierte Martínez Álvarez, el resultado es inevitable: «Estamos viviendo un tiempo en el que, en efecto, el periodismo está pasando por una crisis de confianza.» 

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Luis Alberto Martínez Álvarez, director editorial del Diario “El Popular”

La lucha contra la sobreinformación y fatiga informativa

Vivir inmersos en un flujo constante de clickbait y desinformación tiene graves consecuencias sociales y psicológicas. La sobreexposición a un ciclo de noticias donde todo es presentado como «urgente», «impactante» o «viral» genera una inevitable fatiga de la información (information fatigue). 

El público, abrumado por el ruido, la hipérbole y la exageración, se vuelve cínico y apático. El desinterés por los asuntos públicos se convierte en un mecanismo de defensa ante un panorama informativo agotador y poco fiable, donde es difícil discernir qué importa realmente.

La explicación va más allá de la simple confusión; el consumo constante de contenido fragmentado, emocional y superficial erosiona activamente nuestra capacidad de indagación y análisis. 

Como observa Martínez Álvarez sobre las nuevas generaciones, existe «el desafío de lograr que se interesen en algo» que no sea instantáneo. La tiranía del clic no solo nos desinforma, sino que atrofia la curiosidad, el músculo fundamental del conocimiento

Combatir la desinformación no es solo responsabilidad de los medios o las plataformas; comienza con nosotros. Nuestra conciencia y nuestros hábitos de consumo son la herramienta más poderosa para limpiar el ecosistema informativo. 

Por ello quiero dejar una guía práctica con cinco consejos clave para navegar el entorno digital de manera más segura y crítica.

Desconfía del titular y profundiza en el contenido: No te quedes en la superficie. El titular está diseñado para provocar una reacción, no para informar con precisión. Antes de creer, compartir o indignarte, haz clic en el enlace, abre el artículo y léelo por completo. Verifica si la noticia realmente respalda las afirmaciones del encabezado. La brecha entre el título y el contenido es el primer indicio de clickbait.

Verifica la fuente y la fecha de publicación: Pregúntate siempre quién publica la información. Revisa el nombre del sitio web y su reputación (¿es un medio conocido? ¿Tiene un «Acerca de» claro?). 

Gestiona tu dieta informativa como tu alimentación: Así como distinguimos entre la comida chatarra y la comida orgánica, debemos aplicar un criterio similar a nuestro consumo de noticias. En lugar de un picoteo constante y fragmentado en redes sociales, sé intencional, dedica momentos específicos del día para informarte a través de medios que ofrezcan análisis y profundidad. 

Conviértete en un agente activo, no en un receptor pasivo: Tienes un rol fundamental en esta cadena. Antes de reenviar una noticia que te genere una emoción intensa, tómate un momento para «respirar antes de compartir». Este simple acto de pausa puede frenar la propagación de un bulo. 

La batalla por la atención es real, y el clickbait es una de sus armas más eficaces, un instrumento que degrada la calidad de la información que consumimos y debilita nuestra capacidad para tomar decisiones informadas. Es un sistema que nos recompensa por ser superficiales y emocionales.

Sin embargo, no estamos indefensos. La solución no reside en esperar que las plataformas o los medios cambien por sí solos, sino en la responsabilidad individual del consumidor. 

Cada vez que elegimos no hacer clic en un titular sensacionalista, cada vez que verificamos una fuente antes de compartir y cada vez que optamos por dedicar nuestro tiempo a un periodismo de calidad, estamos emitiendo un voto.

Tu clic es tu voto: un voto que puede exigir un estándar más alto, fortalecer el debate público y, en última instancia, reclamar el valor de la verdad como el pilar fundamental de nuestra sociedad.

¿Qué hacemos en verificado?

Somos un medio de comunicación especializado en el Fact Checking o verificación de hechos; se refiere a la labor de confirmar y comprobar hechos y datos.

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