Por Pablo Pérez*
Es interesante como vivimos en un raro equilibrio entre normalizar la violencia y vivir en constante angustia por el riesgo de hacer cosas que hace unos años eran totalmente normales, como circular por ciertos tramos carreteros que ahora sabemos son territorio de constante actividad delictiva.
Las dos candidatas punteras a la presidencia lo saben y en sus propuestas de seguridad hay una señal muy clara de que este tema es prioridad para el gobierno solo de una manera, por así decirlo, “electorera”.
La candidata de oposición anuncia una serie de medidas que parecen destinadas a agradar a todos, una policía con sueldos más dignos, mantener y duplicar la Guardia Nacional (pero con mando civil) y multiplicar las fiscalías… la cereza del pastel es la construcción de una mega prisión Bukele style, que según ella le dará tanto miedo a los criminales que se van a reformar solitos.
Una vez más está idea tan de la “gente bien” de que una vez que metemos a alguien en la cárcel se acaban los problemas, cómo si las cárceles mexicanas se caracterizaran por estar bien administradas, libres de corrupción, y no hubiera nadie que se haya escapado dos veces de las de más alta seguridad.
Además en el caso de El Salvador, un país mucho más pequeño, la reducción de inseguridad se cimienta en un muy criticado estado de excepción y de una policía corrupta que tiene presos a miles de inocentes mientras libera a líderes de pandillas importantes, algo de lo que la justicia mexicana no es inocente.
No se ve por ningún lado la tan necesaria reforma REAL al sistema de justicia en todos sus niveles (no solo los que incomodan al presidente en turno), ni la atención a las causas ni la lucha contra las estructuras financieras. Se aprecia la colaboración aduanal para detener el tráfico de armas pero ese plan en una frontera tan porosa suena insuficiente.
Por otro lado, la candidata oficialista promete continuidad en programas sociales, más Guardia Nacional (cien por ciento militarizada) y la reforma judicial que tanto ha peleado el actual gobierno (a decir de los expertos una modificación más de forma que de fondo).
Sheinbaum usa como su carta de presentación que aplicarán programas que han sido exitosos para reducir la incidencia delictiva bajo su gobierno en la Ciudad de México, un logro que presume a pesar de varios señalamientos que esto se debe a que en la entidad se reportan menos delitos de los que realmente suceden, como en el caso de las desapariciones, y no podemos olvidar los casos de flagrante corrupción en los que se ha visto envueltos empleados de su fiscal estrella, Ernestina Godoy, como el de la fiscalía del despojo o el MP que se quedó con el dinero de un cateo.
O sea, en general vemos dos propuestas que nos ofrecen más de lo mismo, sin ninguna atención a las recomendaciones de grupos nacionales e internacionales que hablan de transparencia, justicia transicional y desmilitarización desde hace años.
Gane quien gane queda claro que nos tocan seis años de hacer lo mismo para buscar resultados diferentes. Y ya sabemos cómo termina ese dicho…
Pablo Pérez (@paperjourno) es periodista y productor audiovisual, de niño quería ser parte de la tripulación del Capitán Cousteau. Estudió Ingeniería Bioquímica, es ganador de un Premio Nacional de Periodismo que lo usa como tope de puerta, es contador de historias y muy crítico de narrativas engañosas.
