Por Cesia Escobar *
En Nuevo León la movilidad define nuestra vida cotidiana: el tiempo que pasamos en traslados, el acceso a oportunidades y servicios, la calidad del aire que respiramos y, en consecuencia, nuestra calidad de vida.
Hablar de movilidad no es solo hablar de modos de transporte, sino también de derecho a la ciudad, diseño, seguridad, inclusión y de justicia socioeconómica.
Desde hace casi una década se realiza en la Zona Metropolitana de Monterrey, la Semana de la Movilidad (SDLM).
Este esfuerzo se ha consolidado como un espacio ciudadano clave para visibilizar la importancia de temas urbanos que atraviesan el día a día de la población, y que, en algunos casos, profundizan las desigualdades en nuestro Estado.
La iniciativa surge de la articulación entre colectivos, organizaciones, grupos y personas que, de manera colaborativa, organizan actividades diversas: desde caminatas de reflexión en el río y la ciudad, rodadas, talleres y conversatorios, hasta intervenciones urbanas. Para la edición 2025 más de 15 actividades entre el 18 y 28 de septiembre, agenda completa.
Todo con un mismo objetivo: poner sobre la mesa que hablar de movilidad también implica hablar de vivienda y de los efectos del desplazamiento, expansión desproporcionada; de poblaciones históricamente olvidadas en la toma de decisiones; y de un modelo urbano que ha priorizado al automóvil, que sostiene al mismo tiempo dinámicas políticas y económicas que solo benefician a unos cuantos.
El hecho de que la Semana de la Movilidad tenga como motor estas visiones ya es en sí mismo un mensaje poderoso.
Frente a un contexto donde las decisiones suelen tomarse de arriba hacia abajo, la SDLM demuestra que son las personas, colectivos y organizaciones quienes mejor entienden las carencias de su entorno, y que al organizarse logran impulsar conversaciones y propuestas que trascienden la coyuntura y alcanzan la agenda pública.
Cada edición suma actividades que nos invitan a conocer, explorar y observar la ciudad desde perspectivas, conocimientos e imaginarios diversos. Lo simbólico aquí también es disruptivo: rompe con la idea de cómo debemos transitar o vivir la ciudad.
Recorridos críticos o acciones de urbanismo táctico, nos recuerdan que, con creatividad, experiencia y colaboración, los espacios pueden transformarse y abrir la posibilidad de imaginar una ciudad distinta: más segura, accesible, cercana y sostenible.
Escribir sobre la Semana de la Movilidad es reconocer a quienes la hacen posible: las organizaciones, los colectivos y las personas que donan su tiempo, conocimiento y energía para que la movilidad – y las problemáticas relacionadas a la nuestra ciudad- sean un tema en la agenda pública, que ocupen la virtualidad, los medios y las conversaciones del día a día. También es reconocer que estos procesos ciudadanos se fortalecen cuando encuentran espacios para permanecer en el tiempo y convertir sus ideas en incidencia.
La Semana de la Movilidad nos deja una lección fundamental: los cambios estructurales en la ciudad no pueden darse sin la población, y estos pueden empezar con cambios simbólicos de reapropiación de narrativas, espacios e ideas.
Fotografía por: Comité Coordinador de la SDLM
¿Qué la movilidad es algo de lo que no podemos opinar porque no somos expertxs? Falso, la movilidad no solo se aprende con la teoría, también con nuestra experiencia.
¿Qué el coche es la única opción cómoda para transitar? Falso, el transporte colectivo, o los modos no motorizados también pueden ser cómodos, cuando tiene la infraestructura adecuada, cuando hay los necesarios, y cuando se complementan con elementos ideales.
Fotografía por: Javier Orellana
¡Imagínate que cómodo caminar por una calle completa, arbolada, accesible y segura!
También nos deja el aprendizaje de que la población requiere de la colectividad para generar procesos con diversidad de visiones y experiencias. Nos recuerda que la movilidad no puede pensarse como algo pasajero, coyuntural o individual. Pero si necesitamos momentos para detenernos, reflexionar, diseñar y sumar esfuerzos
Pensar la movilidad es pensar el derecho a habitar la ciudad, no podemos reducirla a obras de infraestructura, sino entenderla como la posibilidad de vivir mejor, reconociendo como todo lo que sucede en nuestra ciudad está conectado.
Okupar espacios, y observar, preguntar y sentir. Lo que percibimos en lo individual tiene relación en lo colectivo.