Por Pablo Pérez*
Me parece muy lamentable todo lo que ha pasado en el caso Notimex, algo que podría haberse extinguido con la vergonzosa afirmación del Ejecutivo acerca de que el país no necesita una agencia de noticias si tenemos la Mañanera.
El tema vuelve a acaparar reflectores a partir de las denuncias de Sanjuana Martínez, exdirectora de la agencia, de actos de corrupción que embarran a dos secretarios de Estado y hasta la precandidata oficial a la presidencia, denuncias que seguramente tomaríamos más en serio si no conociéramos los antecedentes de agresiones similares de parte de la misma persona hacia personajes de la oposición, funcionarios que no le caían bien e incluso colegas periodistas.
Claro que no se debe nunca, en ninguna administración, descartar la existencia de actos de corrupción de parte de funcionarios públicos, la historia antigua y reciente nos ha demostrado que el poder siempre es una fuerte razón para buscar un cargo público, normalmente por los beneficios económicos que esto significa, lo hemos visto en administraciones de todos los colores.
Pero la labor del periodismo va mucho más allá que denunciar sin contexto y si ya en la misma nota de La Jornada, Martínez confunde indemnizaciones por despido con salarios caídos durante una huelga, comenzamos mal.
Corresponde siempre denunciar con pruebas claras y contundentes, no solamente con testimonios y eso lo sabe perfectamente quien dirigió un medio periodístico. Ningún reportero puede llegar a una redacción diciendo: “Me contaron que el funcionario tal pidió un soborno” y esperar que le publiquen su nota.
En el periodismo, como en tantas cosas en la vida, la credibilidad es indispensable y va muy por encima de lo que algunos actores políticos llaman “lealtad” o “militancia”.
Para conservar la credibilidad no queda otra más que hablar siempre de hechos comprobables y documentados, los hechos por sí mismos no son la verdad pero si nos acercan a ella. Esta verdad muchas veces no se ajusta a lo que nosotros queremos y ahí es dónde el periodismo se pone a prueba, justo publicar pensando primero en la verdad y no en nuestras convicciones es una manera de conseguir la tan necesaria credibilidad.
Las denuncias en cuestión han sido ya retomadas por muchos medios, justo porque presentar la corrupción de este gobierno conviene a una serie de proyectos políticos alineados con los intereses de la oposición.
Pero sobre estas denuncias pesa el hecho de que provienen de una persona que ha sido señalada una y otra vez por poner sus intereses personales por encima del periodismo, lo que hace un favor muy pobre a la búsqueda de la verdad.
Se puede o no creer que México necesita una agencia de noticias, lo que sí es inobjetable es que desde un principio, cuándo aún la tenía, su dirección debió recaer en una persona con profesionalismo y credibilidad, no un Pedro que nos ha acostumbrado a escuchar que ahí viene el lobo.