Ágora
Por Luz María Garza Treviño *
Cuidar, una actividad que hasta hace poco a nadie se le había ocurrido llamarla trabajo. ¿Cómo se puede remunerar el tiempo, el cansancio, el afecto, la cercanía, la empatía, la disponibilidad o la solicitud de una persona que cuida de otra? La lista podría seguir, es larga.
Trabajos invisibles, que no tienen precio, pero sí un valor imprescindible para la movilidad y cohesión social. Vigilar a un niño mientras juega, acompañar a alguien que vive sola, empujar una silla de ruedas, asegurar la comida en la mesa, cada una, todas, son actividades de cuidados.
Cuidar es un deber impuesto principalmente a los roles culturales que se han asignado tradicionalmente a las cualidades femeninas. Las mujeres sostienen el 75% del tiempo de cuidado (CEEY, 2022) y en promedio dedican 43 horas semanales a tareas del hogar y cuidados, 2.3 veces más que los hombres. (México Cómo Vamos, 2021).
La existencia de sistemas de apoyo puede impactar significativamente la vida de las mujeres. En entornos donde las mujeres cuentan con servicios de cuidado infantil, un 63% logra superar su condición socioeconómica, mientras que en aquellos donde no, solamente un 32% lo logra (ESRU de Movilidad Social en México, 2017)
La tarea de cuidar es un legado emocional que se perpetúa de madres a hijas y cuando éstas son madres, a sus hijas. Darle un doble clic a esta situación permite visibilizar el acuerdo tácito que sostiene las estructuras invisibles de la desigualdad y la exclusión.
¿Cómo crear oportunidades de desarrollo y bienestar para las personas cuidadoras y también para aquellas que requieren de cuidados?
Consejo Nuevo León, en alianza con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias y la Agencia Francesa de Desarrollo, firmaron un Acuerdo de Voluntades con la Secretaría de Igualdad e Inclusión del Gobierno estatal. Éste permitirá brindar atención y cuidados a los grupos prioritarios al impulsar la autonomía y desarrollo de las personas cuidadoras. El objetivo es lograr la implementación de un Sistema de Cuidados que active la movilidad social intergeneracional y el bienestar socioeconómico en el estado.
La meta es crear oportunidades de desarrollo y bienestar tanto para las personas cuidadoras como para aquellas que requieren de cuidados. Sus efectos serían reducir la violencia familiar y de género, promover el empoderamiento y ampliar las posibilidades y autonomía de las mujeres.
Además, los sistemas de cuidados contemplan la existencia de mejores servicios para grupos vulnerables como lo son infancias, mujeres y personas adultas mayores: estancias infantiles, centros especializados de cuidados, escuelas con horarios extendidos y servicios de rehabilitación. En consecuencia, las mujeres tendrán mayores posibilidades de participar en el mundo laboral, social, educativo y político.
La familia es proveedora de cuidados. Lo que un sistema de cuidados propone es acompañarla y ayudarla en una tarea demasiado pesada para que la cargue sola. Todos hemos sido cuidados en alguna etapa de nuestra vida, por lo menos durante la primera infancia; y la mayoría, sobre todo si eres mujer, has cuidado a otros.
Habría que reconocer la existencia de un derecho a ser cuidado y un deber de cuidar que nos afecta a todos y que requiere ser asumido individual y colectivamente.
ÁGORA es un espacio de reflexión del Consejo Nuevo León
Es licenciada en Literatura Inglesa por el Tecnológico de Monterrey; con maestría en Ciencias de la Familia por el Instituto Juan Pablo II. Ha sido promotora de eventos de la Fundación Tarahumara (1992-2005) Cofundadora y Presidenta del Patronato Bioparque Estrella (1997 -2012) Cofundadora de Fundación Riisa en 2019 impulsando la educación y conservación ambiental en comunidades. Es consejera en la Universidad de Monterrey, Vía Educación y Selíder. Desde 2022 preside la comisión de Desarrollo Social del Consejo Nuevo León.