AGORA
Por Sandrine Molinard*
Muchos investigadores están de acuerdo en decir que el sismo de 1985 fue un momento clave que desencadenó una consolidación de la sociedad civil organizada en México. Una tragedia unió a la sociedad, y evidenció los límites del Gobierno de ese entonces para reaccionar de manera ágil y adecuada ante la emergencia humana que se vivía.
Sin embargo, la sociedad civil organizada en México existe desde hace muchos años. El Monte de Piedad es una institución de beneficencia muy importante en México, que fue fundada desde la época colonial y hoy en día sigue siendo una organización clave en nuestro país, ya que se desempeña como financiador y fortalecedor del sector social.
Existen, asimismo, cada vez más variedad de organizaciones civiles, enfocadas a diversas actividades sin fines de lucro, que construyen día a día una mejor calidad de vida para todos los mexicanos.
Pero, si las observamos de cerca, veremos que gran mayoría de estas organizaciones de sociedad civil (OSC) son de tamaño pequeño, sus presupuestos son limitados, y tienen una esperanza de vida corta. Nuevo León no es ajeno a esta situación.
Según un análisis realizado este año por yCo, Centro de Innovación e Impacto Social del Consejo Cívico, el sector social en nuestro estado está integrado principalmente por micro y pequeñas organizaciones y que dependen para operar en un 80 % de donativos.
Esta fragilidad del sector social sin fines de lucro es el común denominador en todo México.
Sin duda, las OSC que existen en nuestro estado desempeñan una función sumamente importante y contribuyen a la construcción de capital social.
Desde las que trabajan en temas asistenciales y atienden a sectores vulnerables de la población y a problemáticas que el Gobierno ha sido incapaz de resolver, hasta las que luchan por el medio ambiente, por Gobiernos transparentes o por una movilidad incluyente, todas ellas desde su trinchera han sido participantes activas de la construcción de una mejor democracia en Nuevo León.
Sería inimaginable el actual desarrollo de nuestro estado sin la presencia de estas organizaciones sin fines de lucro, que han tenido gran impacto en nuestra comunidad.
Y si bien hoy en día estamos conscientes de la crisis económica que afecta a las empresas, grandes o pequeñas, entendemos que, de la misma manera, las OSC evidentemente están viviendo momentos críticos.
La crisis económica hace cada vez más difícil su sostenibilidad financiera: los donativos se han desplomado en los últimos meses, a la par que las necesidades sociales se incrementaron exponencialmente.
En el contexto actual, de acuerdo con una encuesta realizada en meses recientes por la asociación civil Alternativas y Capacidades, siete de cada 10 organizaciones sociales encuestadas en el país han visto una disminución en la cantidad de fondos que recaudan, cuatro de cada 10 se han visto en la necesidad de recortar su personal, y una de cada 10 está en riesgo de tener que cerrar operaciones.
La desaparición de las OSC tendría consecuencias muy negativas para nuestro estado. Más allá de las inmediatas, como la pérdida de empleos y el abandono de comunidades vulnerables en las que se ejecutan programas sociales, o de causas sociales importantes en diversos temas, las consecuencias en el mediano plazo serían serios retrocesos en la construcción de capital social en Nuevo León.
Lo que se tardó muchos años en construir, se podría desmoronar en meses. Por esto, es de suma importancia en estos momentos que iniciativas como el Fondo de Contingencia impulsado desde Andamos, Fundación Comunidar y Consejo Cívico a través de yCo reciban apoyo de la comunidad. ¿Quién más podrían encabezar sin descanso las mil luchas cotidianas que realizan las OSC de nuestro estado?
A pesar de todo, la pandemia también tendrá efectos positivos. Ha obligado a todas las organizaciones a reinventarse y repensar sus modelos de intervención en campo. Se están sacudiendo paradigmas, y existe una toma de conciencia colectiva sobre la necesidad de un mayor involucramiento de todos los ciudadanos en la resolución de los problemas complejos que hoy nos aquejan.
¿Tal vez esta crisis sea un segundo parteaguas para la sociedad civil mexicana, que provoque un resurgimiento, más consciente, más participativo, y más empático? Esperamos que, para Nuevo León, esta crisis estreche los lazos entre sectores, y nos termine de convencer de la necesidad de colaborar para lograr un mejor estado para vivir.
ÁGORA es un espacio de reflexión del Consejo Nuevo León
*Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública, con maestría en Geografía urbana. Tiene más de 13 años de experiencia laboral en planeación estratégica y prospectiva, diseño de políticas públicas, en urbanismo y participación ciudadana, así como en observatorios urbanos. Es directora general de Consejo Cívico.