Por Pablo Orozco
Veo siempre con admiración la capacidad de las personas de adaptarse a las circunstancias más adversas, en el caso de las familias buscadoras algunas estudiaron derecho para darle mejor seguimiento a las carpetas de investigación de sus seres queridos.
Otras aprendieron a volar drones y usar software de geolocalización para mapear el desierto o se certificaron como técnicas forenses para que las fiscalías no les pudieran prohibir el acceso a las fosas comunes que se encuentran en todo nuestro territorio, todas, todas aprendieron a levantar la voz de manera que más gente las escuche.
Un caso clarísimo de esto es Cecilia Flores, buscadora de Sonora, que definitivamente conectó un batazo en la agenda nacional de medios similar al de las madres y padres de los 43 de Ayotzinapa y normalistas al derribar la puerta de Palacio Nacional.
Así como el gobierno de la 4T se inventó (con mucha apropiación cultural) el bastón de mando que “representantes” de los pueblos indígenas le entregaron a AMLO y él a su vez a Claudia cuando apenas era precandidata; Flores, que evidentemente ha estado muy atenta al valor que el poder da a estos símbolos, pretendió entregarle al presidente la “pala de mando”, simbolizando la búsqueda de los desaparecidos que llevan a cabo continuamente miles de familias en todo México.
Ahora en todas las portadas y ediciones de los medios hablamos de desaparecidos y las candidatas, forzadas por esto, lo metieron a su agenda (con mucho desatino y obvia improvisación, pues se ve que es un tema que NO QUERÍAN TOCAR).
Así como los normalistas hicieron que el país entero se acordara de Ayotzinapa, el 8M nos demostró que la policía sigue violentando mujeres en México y Cecilia, pala en mano, trajo de vuelta el tema de desaparecidos, los movimientos sociales nos demuestran que la protesta es útil para mover la agenda mediática e incluso a algunos de los funcionarios más reacios.
No es suficiente, pero a mí me deja claro que para protestar, especialmente contra la apatía y complicidad del gobierno, sí son las formas.
Pablo Pérez (@paperjourno) es periodista y productor audiovisual, de niño quería ser parte de la tripulación del Capitán Cousteau. Estudió Ingeniería Bioquímica, es ganador de un Premio Nacional de Periodismo que lo usa como tope de puerta, es contador de historias y muy crítico de narrativas engañosas.