Sexualidad Consciente
Por José Juan Garza
Existen muchos mitos sociales que se desprenden de la masculinidad hegemónica tradicional, cuyas expectativas y exigencias socioculturales producen padecimientos subjetivos, singulares y también colectivos.
De esta manera la subjetivación tradicional incluye una asimetría entre hombres y mujeres, en la cual los hombres gozan de mayores privilegios y libertades en lo aparente, en lo visible, en lo social.
Por otra parte, en relación al modo de subjetivación tradicional y las emociones de los hombres, Tajer (2009) menciona que ellos no han adquirido herramientas para resolver y expresar sus conflictos afectivos, es por ello que suelen negarlos u ocultarlos (Tajer, 2009, como se menciona en Gutman, 2020).
Entonces, observando lo anterior, parece que esta asimetría tiene implícito un alto precio: una expectativa irreal e idealizada, y un conflicto continuo, lo que a la larga se convierte en un padecimiento personal, familiar y colectivo.
El costo de la masculinidad hegemónica es el de tener que suprimir las emociones dificultando así la posibilidad de autocuidado, sin embargo, esas emociones no desaparecen.
En un contexto sociocultural donde la ira es de las pocas emociones válidas entre hombres cisheterosexuales, la mayoría de las emociones son convertidas en ira y se descargan hacia la otredad, es decir hacia las mujeres y las personas diversas (Gutman, 2020).
Incluso, la idea de que existe una jerarquía entre masculinidades emergió directamente de las experiencias de prejuicios y de violencias que sufrían hombres que no se alinean a los estereotipos de género, que no son visualizados como hegemónicos o que pertenecen a la diversidad sexual (Connell et al., 2021).
Estas mismas expectativas socioculturales es lo que provoca que el ser interno y el ejercicio de la propia sexualidad esté dividida de manera general para todas las personas, pero especialmente para las masculinidades.
Muchos hombres experimentan una sexualidad dividida. Por un lado, lo que expresan y presentan públicamente, y por el otro, lo que viven en el plano de la fantasía y les genera grandes estímulos, pero que jamás lo admitirían frente a otras personas, especialmente frente a su pareja.
La masculinidad hegemónica también provoca un distanciamiento del sujeto con su propio cuerpo, esta relación produce una disociación de la intimidad consigo mismos, de sus deseos y de sus afectos.
Esta dualidad provoca una tendencia en direcciones diferentes, lo que provoca un conflicto en la vivencia sexual, donde los estímulos, los deseos, las fantasías, las prácticas sexuales, etc., operan de manera desintegrada por miedo o vergüenza, lo que puede generar insatisfacciones, frustraciones, autorrepresiones, etc., que sin duda impactan en la salud mental y sexual de diferentes maneras y profundidades.
Cuando se trata del erotismo y la afectividad de hombres hegemónicos Tajer (2009) confirma que se presenta una marcada disociación sin manifestar conflicto por ello. De un lado, existen las mujeres receptoras del cariño o afectividad por parte del erotismo masculino, es decir la mujer esposa, compañera, maternal, etc., y del otro, las mujeres del disfrute sexual y del objeto erótico.
De esta forma, tener compañeras sexuales para poder satisfacer esta sexualidad dividida también representa una especie de superposición o dominio para los hombres (Gutman, 2020).
La masculinidad se ve ligada no solo a su identidad, en tanto se confunden la identidad personal con la identidad de género, sino también al valor de asumir riesgos físicos y/o sexuales.
Esto genera en ellos la exposición a peligros, excesos y cansancio, porque es lo que se debe o lo que se espera, lo cual conlleva muchas veces a situaciones de alto riesgo para la salud y la integridad física (Gutman, 2020).
Vale la pena mencionar que los hombres también obedecen, experimentan y sufren los mandatos patriarcales y de la masculinidad tradicional, provocando que la división interna se acentúe, una parte busca obedecer los mandatos y la expectativa, mientras que la otra es la que experimenta las sensaciones y los sentimientos, y busca defenderse del maltrato constante que se genera por tratar de alcanzar las expectativas de la masculinidad hegemónica tradicional (Gutman, 2020).
Deconstruir las expectativas del género y la heteronorma es un trabajo propio y continuo, como también lo es tener la capacidad de integrar esta sexualidad dividida. Lo anterior se puede alcanzar mediante un camino de introspección personal, de comunicación y acompañamiento con redes de apoyo y la pareja.
Hay que recordar que el objetivo principal desde una visión sexológica es disfrutar de una vida sexual armónica, deconstruyendo la vergüenza y validando nuestros deseos, gustos y necesidades, mediante una comunicación asertiva.
Referencias
- Connell, R., et al. (2021). Masculinidad hegemónica: Repensando el concepto. RELIES: Revista del Laboratorio Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades, (6), 32-62.
- Gutman, J. (2020). Mitos sociales de la masculinidad hegemónica tradicional. Estudios de género, Symploké, 1(1), 57-67.
*Sexólogo educativo en formación, con enfoque en sensiblización, diversidad sexual y atención plena. Su pasión por el activismo en derechos humanos y conocimiento aplicado en materia de la educación de la sexualidad lo llevó a profundizar en el ámbito de la sexología. Es editor de Código Erótico, una plataforma de difusión sobre educación de la sexualidad, diversidad y salud sexual.
Correo: sex@codigoerotico.com