Por Pablo Pérez*
Estaba pensando en un maestro de la escuela que nos enseñó a evitar lo que él llamaba “números felices”, o sea números con los que parecía fácil resolver un problema de ingeniería pero que no tenían nada que ver con la solución, como por ejemplo usar la cifra de la temperatura para resolver una ecuación de volumen, parecía fácil pero al final daba un resultado falso.
Recordaba esto porque hace un par de días el periodista Jorge Ramos cuestionó al presidente sobre los resultados de su estrategia de seguridad, “va a dejar un país hundido en la violencia” dijo.
López Obrador, tenía ya preparada la respuesta. Retomando su teoría de que las cifras se deben leer de la manera que él nos dice y su ya infame “yo tengo otros datos” para negar la información oficial presentada por su propio gobierno.
Lo interesante fue cuando dijo que el nuestro es un país pacífico, donde hay bienestar y empleo y añadió: “se han venido a vivir 500,000 estadounidenses”
Hay que dejar claro que ese medio millón, parte de esos otros datos que tiene el presidente, no son como el resto de los habitantes de nuestro país.
La burbuja de seguridad alrededor de las comunidades de estadounidenses es tan fuerte que siguen llegando a comunidades inundadas de violencia como Puerto Peñasco, Sonora y viven una vida paradisíaca en sus residencias de playa totalmente a salvo de las tragedias que viven sus vecinos mexicanos.
Otra muestra de lo diferente de su realidad, fue cuando un comando armado mató a dos norteamericanos y secuestró a otros dos en Matamoros, al darse cuenta de la nacionalidad de las víctimas, el mismo cartel entregó a los sicarios pidiendo disculpas por su actuar. Así de protegidos están.
Por otro lado no está tomando en cuenta que muchas de las razones para venir a vivir aquí tienen que ver más con la inflación, las hipotecas y lo absurdamente caro que se ha vuelto vivir en Estados Unidos, algunos que vemos derrochando dinero aquí lo hacen solo porque con la misma cantidad apenas vivirían en su país de origen.
También hondureños, venezolanos y haitianos vienen por decenas de miles a nuestro país debido a lo difícil que se ha vuelto vivir en sus lugares de origen, siguen llegando a pesar de que son uno de los grupos que más sufre la violencia cotidiana en México. Y la enorme mayoría de los crímenes cometidos hacia ellos no se castigan nunca, ni por la justicia ni mucho menos por los cárteles.
A nadie se le ocurriría decir que la llegada de tantos migrantes de países del sur global se debe al buen trato que reciben en el nuestro.
Entonces ¿Por qué vamos a pensar que los que vienen porque ya no pueden pagar renta en San Francisco o Nueva York y se mudan a La Condesa o Nuevo Vallarta sí son garantía de que la estrategia de seguridad del actual gobierno funciona?
Lo que me viene a la mente es otra nota muy comentada en muchos medios, una investigación de la Oxfam que describe cómo los más ricos de México, como Carlos Slim, aumentaron sus fortunas hasta en un 58% desde el inicio de la pandemia.
Pero Oxfam lo que hace es denunciar la desigualdad, la riqueza de los multimillonarios no es de ninguna manera un indicador positivo para el país, es una señal de que los recursos están mal distribuidos y si bien la pobreza total ha disminuido, la disparidad de ingreso y poder no solo se mantiene sino que ha aumentado.
Cuando el ejecutivo pretende convencernos que la llegada de estadounidenses es un buen indicador de seguridad, ¡Está tratando de decirnos que los más privilegiados de entre nosotros son una buena muestra de nuestra realidad!
Para eso se necesita o mucho cinismo, o muchísimas ganas de tener “otros datos” y justificarlos a toda costa, aunque sea como decía mi profesor, con puros “números felices”.