Al cierre de 2020 se detectó en Inglaterra una nueva serie de mutaciones en el patógeno causante de COVID-19. Como tuvo 22 cambios en su genoma, llamó la atención de inmediato.
Además, se detectó cuando también ocurrió un cambio en el promedio de infecciones que se cuadruplicó entre noviembre y diciembre.
Al correlacionar ambos elementos se encendió la alarma: podría ser que estas mutaciones proveyeran al virus de mayor capacidad para unirse a las células y replicarse… es decir, ser más contagioso. Peeerooo eso aún NO está comprobado.
También ha planteado dudas sobre la efectividad de las vacunas. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha señalado que es importante poner atención e investigar al respecto, pero también aclarado que es demasiado pronto para asegurar que deba ser una preocupación ahora.
De hecho, algunas vacunas que conocemos y son parte de nuestros esquemas de salud son readecuadas cada determinado tiempo ante las mutaciones que los virus desarrollan por su proceso evolutivo o interacción con las personas o el ambiente.