Ladrando Claro
Por Pablo Pérez*
Como parte de mi trabajo suelo ayudar a periodistas de otros países a reportear lo que está pasando en México. La semana pasada me contactó la producción de un noticiero británico para saber más de lo que está sucediendo en Culiacán en voz de sus ciudadanos.
Una de las cosas que más sorprendió a los ingleses fue que los «culichis» no estuvieran huyendo en masa de un sitio que a sus ojos extranjeros, era demasiado peligroso para vivir.
A mí no me sorprendió nada porque conozco la resiliencia de la gente, como en Nuevo Laredo o Iguala… las estrategias desde la ciudadanía para informar qué zonas de la ciudad evitar en determinados momentos, la esperanza de que esta vez también pase tarde o temprano y la determinación de que cuando pase se vuelve a abrir el negocio, se vuelve a ir a la escuela y se vuelve a construir lo dañado.
Me lo confirmó mi colega Silber Meza, que probablemente conoce Sinaloa mejor de lo que yo conozco mi estado de Nuevo León: “Es una ciudad que ha vivido esto por décadas”, escribió en un WhatsApp muy de madrugada: “la pregunta es cuánto va a durar, no a dónde vas a huir”.
Tristemente también a esto nos hemos acostumbrado, como ciudadanos y como periodistas, los ingleses se asombraron de que no sucediera lo que desde su tranquila vida londinense les parecía natural, la lógica no es la misma para todos y para nosotros ya es normal que la población aguante lo que para otros es inimaginable.
Desde afuera no se entienden muchas cosas, como los memes con los que los mismos «culichis» intentan aligerar la difícil situación, la denominación inmediata: “Culiacanazo 4.0”, los tiktoks que van desde chistes acerca de ir por las tortillas con chaleco táctico hechizo de cartón con lámina y la olla de los frijoles como casco; hasta el GRWM para ir de urgencia a Costco (“Pero con pantalón camuflajeado, plebes, pa’ tirarse a la jardinera si comienza la acción”), hay quien los critica como ensalzar la violencia porque no entienden que entre las balas, también hace mucha falta reírse.
Me enternece sobre todo el reel que retrata la burla cariñosa que le hacen entre carcajadas las hijas al papá que se arriesgó a ir por la despensa y no supo qué comprar… trajo mucha botana y poca comida pero se jugó la vida por su familia.
Debe ser claro que no hay respuesta “correcta” ante algo que, aunque se ha vuelto común, sigue siendo terrible desde el punto de vista de la ciudadanía y la seguridad que familias y empresas necesitan para seguir adelante, las risas son tan pertinentes como las advertencias y las denuncias.
Que busquen reírse un rato no quiere decir, de ninguna manera, que los culichis la estén pasando bien; que no le reclamen al gobernador su tibieza o al presidente sus intentos de invisibilizarles para seguir pintando su visión de país que cada vez se parece más a «Muy, muy lejano», ni que toda la ciudad desea de verdad no vuelva a pasar esto.
Pero sí hay respuestas incorrectas; el gobernador Rocha Moya no puede decir que mandar niños a la escuela es “decisión de los padres”, López Obrador no puede decir que la violencia que viven los ciudadanos es solo “propaganda y sensacionalismo” de sus adversarios y el comandante de la 3a Región Militar no puede decir que el fin de la violencia no depende del Ejército que ha recibido tanto poder y dinero durante este sexenio (ver aquí).
Esas son las respuestas incorrectas que debemos criticar todxs, vengan del gobierno que vengan, porque ni dan risa.