Por Victoria Ríos Infante*
Conocimos a Erika en un taller de empatía y movilidad que en noviembre del año pasado impartió el equipo de Puentes para la Integración a cadetes de la Universidad de las Ciencias de la Seguridad. Erika llegó a Monterrey para formarse como policía hace seis meses.
Es originaria de Chiapas. Cuando llego a la ciudad no conocía a nadie, a excepción de un hondureño que conoció en su ciudad de origen. Él, cuando llegó a Chiapas, fue acogido por la familia de Erika, quien sin pensarlo y sin conocerle le abrió las puertas de su casa regresando el favor, unos meses después, al llegar Ericka a iniciar su formación en la Universidad. Son amigos y, en sus ratos libres, salen juntos a conocer Nuevo León.
Puentes para la Integración, impulsado por Despierta, Cuestiona y Actúa AC en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Social de Nuevo León, buscó desde septiembre del 2019 promover la generación de espacios de convivencia entre población local y personas en situación de movilidad (es decir, migrantes, refugiados, deportados) a través de actividades educativas, culturales y recreativas buscando abonar a los procesos de integración en el área metropolitana de Monterrey.
Monterrey está atravesada por el tránsito extendido y la permanencia de personas en movilidad centroamericanas quienes se enfrentan cotidianamente a prácticas sociales discriminatorias como consecuencia de sus nacionalidades y/o estatus migratorio.
Gente de Honduras, Guatemala y El Salvador viven entre las reacciones más violentas de algunos ciudadanos regiomontanos que manifiestan su inconformidad en un tono escalofriante: “Yo digo que deberían hacer una colonia especial para todos los migrantes, a las afueras de la ciudad donde no molesten a nadie… y hasta les ayudamos, pero que los quiten de la esquina de donde nos están afectando a todos”.
Las posturas de este tipo, impactan la experiencia de la ciudad de esos “migrantes” cuya etiqueta tiende a la criminalización, la deshumanización y a la segregación: “La gente en Monterrey sienten como que los van a atacar, si les pides ayuda te dan la espalda y ellos mismos mandan a la policía”.
Si volteamos a ver los registros de albergues que documentan el número de personas que reciben anualmente, como CasaNicolás, y el número de detenciones anuales de la delegación de Nuevo León del Instituto Nacional de Migración, es evidente que la presencia de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos en la ciudad se ha incrementado. CasaNicolás atendió 1,112 personas en 2014 y 4,400 en 2019; mientras que el INM en 2014, realizó 1,354 detenciones y en 2019 realizó 6,150.
También, del total de personas centroamericanas detenidas en Nuevo León en los últimos seis años se han deportado, en promedio, al 67.5 %, cifra que se distancia unos 25 puntos porcentuales de la media nacional que oscila entre el 92 y el 94 % (UPM, 2014-2020).
A lo precedente habría que agregarle otra variable: no solo llegan a Monterrey hombres, también llegan mujeres, madres, adolescentes, comunidad LGBTI+ y ante una ciudad repleta de dinámicas violentas, machistas y homo-transfóbicas.
Los datos anteriores dejan al aire algunas preguntas ¿quiénes no son deportados se están quedando? Y si sí ¿en qué condiciones y de qué forma viven la ciudad? ¿qué hay de la garantía y protección de sus derechos humanos? ¿qué impacto tienen todas las prácticas sociales que discriminan y criminalizan a las personas en movilidad en su cotidianidad?
Recientemente un servidor público del estado mencionó que “el tema de la migración está en la piel de la sociedad… es un tema sensible”, pero más allá de que sea un tema que levante álgidos debates, consideramos que la movilidad humana está en la piel de la sociedad regiomontana porque ya nos toca en nuestro día a día; ya no solo ve a personas centroamericanas de paso por la ciudad, sino que ahora se las encuentra en el mercadito, en algunas escuelas, como compañeros de trabajo o vecinos, e inclusive portando sudaderas los Tigres o los Rayados, con una playera con la leyenda de “HONDURAS” debajo.
De acuerdo con la ENADIS (2017), en cuanto a las percepciones culturales, en Nuevo León el 38 % de los encuestados opina que no se justifica que las personas practiquen tradiciones o costumbres distintas a las mexicanas. Por otro lado, según la encuesta de percepción ciudadana en el estado Así Vamos 2019, un 75 % de la población encuestada piensa que México no debería admitir más migrantes; mientras que el 50 % de la población piensa que, si son migrantes que van a Estados Unidos, no se les debería proporcionar apoyo durante su estancia en el estado (Cómo Vamos NL, 2019).
En esta oscilación de posturas entre la hospitalidad y la hostilidad, personas como Erika nos regresaron los ánimos de pensar que podemos convivir, más que coexistir, que podemos tender puentes y derrumbar muros y que la esperanza se sostiene en pequeños detalles de personas de carne y hueso y no en ideas abstractas.
Todes tenemos la responsabilidad como ciudadanos, como estudiantes, como académicos, como periodistas, como servidores públicos, como policías, de construir una ciudad más hospitalaria, una ciudad intercultural.
El equipo de Puentes y Cacatúa Negra les invita a echarse un clavado en el documental y el diagnóstico realizado entre septiembre del 2019 y febrero del 2020, que constituyen una invitación a reflexionar sobre las cosas que estamos haciendo mal y las que podemos hacer mejor para integrar a quienes, como nosotros, han hecho de Monterrey su hogar.
La versión digital del diagnóstico puede ser descargada del siguiente enlace: https://bit.ly/32nLbNv