Por Deyra Guerrero
“En Monterrey y el área metropolitana no tiembla”, o al menos eso es lo que piensan miles de regiomontanos, pero la experiencia nos dice que eso es falso y para muestra los sismos que se ha registrado dentro de la zona conurbada nuevoleonesa.
De acuerdo al Servicio Sismológico Nacional (http://www.ssn.unam.mx/) a las 18:48 horas del miércoles 28 de octubre de 2020, se registró un temblor de magnitud 3.6, a 9 kilómetros del noroeste de Ciénega de Flores, lo que ubicaría el epicentro en Salinas Victoria, municipio que oficialmente forma parte del área metropolitana de Monterrey.
Recientemente se han registrado movimientos telúricos en Escobedo, Galeana, Cadereyta, Linares, Santiago, Montemorelos, Allende y Santa Catarina.
Si los movimientos telúricos son cada vez más frecuentes en Nuevo León, ¿por qué se sigue teniendo la idea de que el estado no es zona sísmica? Quizá por tradición y la creencia de que los temblores solo ocurren en el centro y sur del país, ya que es en esas regiones en donde se registran los eventos de mayor intensidad, y por ende los que más se perciben y publicitan.
Una investigación de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) de mayo de 2012 y los más de 300 movimientos telúricos registrados desde el 2007 -cada vez con mayor frecuencia sobre todo en la zona citrícola-, comprueban la actividad en el subsuelo.
“El noreste de México ha sido considerado durante mucho tiempo como una región asísmica. Existe la evidencia histórica de la ocurrencia de temblores desde hace más de 160 años, la cual ha sido confirmada a partir de la instalación de la estación sismológica en la Llanura Costera del Golfo de México Norte (LlCGN) en enero de 2006”, concluyó el estudio desarrollado por Luis G. Ramos-Zúñiga, Hugo C. Medina-Ferrusquía y Juan C. Montalvo-Arrieta (http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1026-87742012000300005).
Con exactitud, Nuevo León se encuentra en la zona sísmica A, que significa que tiene riesgo bajo de movimientos telúricos, pero esto no quiere decir que no se den, como se pudo comprobar hoy, sin que hubiera consecuencias que lamentar, como lesionados, pérdida de vidas o daños materiales graves.