ÁGORA
Por Luisa Peresbarbosa Garza*
De acuerdo con el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (2019) las lesiones en el tránsito son la segunda causa de muerte en niñas, niños y adolescentes en México. Para mejorar la relación de la infancia con el espacio público es necesario un enfoque integral: política pública, infraestructura que priorice a las personas sobre los vehículos y educación. Movimiento de Activación Ciudadana A. C. (MovAC) ha buscado incidir en cada una de las áreas a través de su programa Zona Escolar Segura.
Esta experiencia nos lleva a conjeturar sobre tres causas principales para la inseguridad vial de la infancia:
1.Desconocimiento del fenómeno: Más del 50 % de la población adulta asegura que no ha presenciado situaciones de inseguridad vial en las zonas escolares. Sin embargo, al responder a riesgos concretos, sí los mencionan: vehículos que circulan a alta velocidad, pocos cruces peatonales, conductores que no ceden el paso, banquetas estrechas, etc. Identifican peligros concretos, pero no al concepto, la inseguridad vial.
La mayoría de la comunidad escolar adscribe la seguridad vial en relación al conductor de vehículo motorizado (alcohol, uso de aparatos de telecomunicación, velocidad, etc.), desconociendo que es un fenómeno multifactorial, que implica mala infraestructura y malos hábitos de los usuarios de las vías.
2.Infraestructura insegura: Todas las escuelas se encuentran en entornos inseguros, a saber: banquetas con la anchura mínima, pero obstruidas por servicios públicos: luminarias, medidores, vegetación, etc., ocasionando que el estudiantado se baje de la banqueta o no sea visible para los vehículos. Las escuelas comparten espacios con negocios e industrias, generando mucho tráfico y gran presencia de vehículos de carga en las zonas escolares.
La cercanía a calles recolectoras (vías secundarias) y avenidas (vías primarias) permite que los vehículos mantengan su velocidad y no la reduzcan al entrar a una zona escolar. La deficiente infraestructura contribuye a aceptar la inseguridad vial como “normal”, ya que están acostumbrados a trasladarse bajo estas condiciones.
3.Atribución equivocada de responsabilidad: En todas las escuelas visitadas, para la infancia y adolescencia ser atropellados es una situación común y se asumen responsables. La mayoría del estudiantado indica que los hechos sucedieron por estar distraídos, sin considerar que hay otros factores que también son parte del problema. El 95 % de la población adulta se percibe como modelo de comportamiento para el estudiantado.
La mitad de los escolares, aproximadamente, señalan que lo que saben de seguridad vial lo han aprendido de su mamá o papá. La educación y hábitos practicados por los adultos se vuelve fundamental para la educación de los menores. Las encuestas realizadas indican claramente que la población no aprende formalmente de seguridad vial.
Al igual que la contaminación ambiental o la obesidad, la inseguridad vial es un problema de salud pública que la ciudadanía por sí sola no puede resolver. Es necesario legislar sobre riesgos de comportamiento, como el exceso de velocidad, la falta de uso de cinturones de seguridad, sistemas de retención infantil y la vigilancia en la aplicación de estas medidas. Finalmente, se deben tomar decisiones con base en información estadística fidedigna y actualizada para evaluar, medir y así poder corregir el problema.
Licenciada en Estudios Humanísticos y Sociales por la Universidad de Monterrey y Máster en Ciencias Sociales con orientación en Desarrollo Sustentable por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Forma parte del Consejo de el Observatorio Ciudadano de Seguridad Vial y del Consejo Ciudadano de Honor y Justicia del Municipio de San Nicolás de los Garza. Es directora de Movimiento de Activación Ciudadana A. C. (MovAC).