Por Vanessa Rodríguez*
El confinamiento generado a causa de la pandemia por COVID-19 ha agravado el problema de la violencia familiar en Nuevo León.
Las cifras de incidencia delictiva demuestran que la mujer se ha encontrado confinada junto con su agresor, ya que durante los meses de la cuarentena el número de carpetas de investigación por el delito de violencia familiar en el estado se fue al alza en un 22%, comparado con el mes de febrero, previo a declararse la pandemia.
Asimismo, Alternativas Pacificas informó que las llamadas de emergencia a los centros de ayuda subieron 400 % en este periodo. Estas cifras son alarmantes, pues sugieren que el hogar no es un lugar seguro para nosotras.
¿Qué se sabe de la violencia de pareja? Todas las mujeres podemos estar expuestas a violencia de pareja y, si bien eso depende de la dinámica que se tenga en la relación, de acuerdo con el Análisis delictivo de violencia de pareja que realizamos en el Observatorio de Seguridad y Justicia, hay tres precondiciones históricas que diferencian el riesgo de ser víctima de eso: la exposición previa a la violencia familiar, el nivel educativo y el nivel socioeconómico.
Se encontró en esta investigación que, en el caso de que una mujer en su infancia o adolescencia hubiese presenciado o fuese víctima de actos de violencia familiar, aumenta la probabilidad hasta en tres veces de que ella misma sea víctima de violencia por parte de su pareja, en comparación de aquellas que no han experimentado violencia previamente.
Ahora bien, si la pareja masculina, por ejemplo, presenció que su padre golpeaba a su madre, vuelve a su pareja femenina dos veces más probable de ser violentada en la relación.
Por otro lado, encontramos que pertenecer a un nivel socioeconómico alto reduce las probabilidades de ser víctima de violencia por parte de la pareja en 1.27 veces en comparación con mujeres que pertenecen a un nivel socioeconómico bajo.
Para el caso del nivel educativo, se encontró que, mientras mayor nivel educativo tenga una mujer, menor es su probabilidad de ser víctima de violencia por parte de su pareja.
La pandemia por COVID-19 es una prueba más de que las mujeres de Nuevo León, así como el resto de las mujeres mexicanas, viven en una situación vulnerable en sus casas, por lo que la reducción de esta vulnerabilidad debe ser un tema prioritario y transversal en la política pública.
El problema es muy grave por su capacidad de perdurar en el tiempo, ya que, en muchas ocasiones, la violencia de pareja es silenciosa, por lo que no se debe esperar a que pasen actos que dejen huellas para hacer algo al respecto.
Que esta crisis nos dé la oportunidad de reflexionar sobre el asunto y su impacto en el desarrollo pleno de las mujeres, que nos haga conscientes de que las mujeres no estamos predispuestas a ser víctimas de violencia a lo largo de nuestra vida, ya que las precondiciones históricas son importantes, pero no son determinantes.
Entre las precondiciones históricas y la acción de violentar a la pareja hay varias acciones y decisiones por lo que el ciclo de la violencia sí puede romperse. Es decir, la violencia de pareja que sufren miles de mujeres en Nuevo León puede ser prevenida en distintos momentos.
Las acciones preventivas deben estar enfocadas hacia aumentar el esfuerzo y el riesgo de los agresores para así lograr reducir las cifras de violencia familiar en el estado.
ÁGORA es un espacio de reflexión del Consejo Nuevo León