Entre Periodistas
Por Andrés A. Solis*
Este título es quizá más arbitrario, porque si lo lee el personaje a quien me refiero, seguro me mandará por un tubo.
A Pepe lo conocí personalmente cuando no hubiese querido. La crisis por la ola de crímenes en contra de periodistas y medios de información comenzaba su terrible escalada que no hemos logrado detener.
Coincidimos en una reunión para hablar sobre este tema; una reunión a la que asistimos los pocos periodistas que nos preocupamos y nos ocupamos por encontrar rutas para darnos fortalezas para enfrentar la violencia que llega por todas partes.
Pepe ya llevaba muchos más años trabajando de la mano con otros y otras periodistas como Rogelio Hernández López, Sara Lovera, entre muchos nombres más.
Como periodista a Pepe ya lo conocía, lo leía desde que comencé en esta profesión y por supuesto, su nombre ya estaba en una selecta lista de colegas reconocidos por su gran profesionalismo, por su honestidad y por ejercer un periodismo libre, crítico y sin censura ni mucho menos autocensura.
Tiene muchos libros publicados y de hecho fue de esos periodistas pioneros en México que comenzaron a publicar libros cuando las páginas de los diarios y las revistas fueron insuficientes para contar sus historias.
Es un periodista que en toda su carrera nunca nadie le ha desmentido absolutamente nada, no le han reclamado ni una coma ni ha recibido amenazas por sus publicaciones, porque si algo tiene Pepe es que es un profesional que da tiros de precisión y siempre tiene hasta el último dato bien verificado… así sea actos de corrupción gubernamental, relaciones entre grupos criminales o simplemente cuando da fe de un boletín de prensa mal hecho.
En estos años de tener el privilegio de conocer a Pepe sólo he recibido buenas cosas.
Aprendizaje de un maestro del periodismo; apoyo de un colega que no ve desde arriba ni sobre hombro; solidaridad de un compañero ocupado en proteger a nuestros pares que enfrentan condiciones de violencia o acoso por su trabajo, increíbles charlas con y sin café.
Pero sobre todo de Pepe he recibido el privilegio de su amistad.
Hace unos días tuvimos una llamada fortuita y aprovechó para invitarme a su fiesta de cumpleaños. Media hora después, Rogelio Hernández y yo llegamos a una tradicional cantina acostumbrada a recibir periodistas para celebrar el cumpleaños 75 de Pepe.
Pepe cumplió 75 años de edad, de los cuáles cinco décadas las ha dedicado al periodismo, pero esa velada-bohemia de su cumpleaños fue el mismo Pepe, dicharachero y desmadroso.
Así es Pepe, ese Pepe que en realidad se llama José Leobardo Reveles, uno de los mejores periodistas en México.
Por cierto, Pepe Reveles recibió recientemente el Premio Nacional de Periodismo por Trayectoria y si no me equivoco, es el primer periodista premiado que en este momento está fuera de los medios de manera formal.