- Con Historias del COVID-19, damos voz a quienes han vivido la enfermedad, la pandemia y el distanciamiento social desde diversas perspectivas
Por Patricia Escobar
“Siendo honestos sí me asusté, porque creo que muchas personas hemos padecido de una gripa o gripe como también se le dice, y hemos experimentado el cuerpo cortado, debilidad, tos, pero siendo honestos si daba miedo como esos síntomas eran más fuertes y como duraron tantos días”, dijo José Luis Valdés Rivera quien narró su experiencia al haber sido un paciente con COVID-19.
Originario de Monclova, José Luis es investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila en la Academia Interamericana de Derechos Humanos, y estudia el primer año de doctorado en uno de los países más afectados por la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2: Italia.
El joven de 29 años, relata que con la información proporcionada por los medios de comunicación, pensaba que el coronavirus sólo afectaba severamente a personas con alguna deficiencia de salud y que para una persona como él y sus compañeros de estudio, esto no sería un riesgo.
Fue un mexicano varado en Palermo, una ciudad que no era suya, rodeado de gente que no era su familia, en un país que hasta marzo tenía la cifra más alta con contagios por COVID-19 y que a través de las redes sociales veía como los habitantes de la región de Lombardía eran severamente afectados por la enfermedad.
“Nos topamos con algunos videos donde la gente que está ubicada en el norte pues empezó abarrotar las estaciones de tren para viajar hacia otras regiones, información que supuestamente se filtró por parte del gobierno italiano”, dijo.
Al ver que las medidas de mitigación eran más rigurosas y que las personas de la región de Palermo tenían prohibido salir a la calle cuando el reloj marcara las 18 horas, José Luis y sus compañeros decidieron buscar ayuda con la embajada mexicana para regresar al país.
“Fuimos apoyados desde nuestro centro de trabajo, se nos compraron vuelos para volar, que fue la única ruta que había disponible en ese momento de volar de Palermo a Roma, de Roma a La Habana, de La Habana a Ciudad de México”.
Durante la odisea que José Luis tuvo que pasar para llegar a su tierra natal, sintió miedo de quedarse en cuarentena en otro país y no poder salir de ahí, miedo de ser extranjero y no recibir inmediata atención médica en caso de estar contagiado y también reflexionó sobre el gran impacto y los estragos que esta pandemia estaba dejando en los países europeos.
“Nadie tiene idea de cuándo se va a terminar esto”, dijo.
Llegar a México con un acompañante no deseado
Cuando llegó a México no paseó por su lugar favorito, ni fue a festejar su regreso con su familia como normalmente una persona que no está en su país por varios meses lo hace, en esta nueva realidad tuvo que mantenerse en aislamiento domiciliario por su voluntad e iniciativa, ya que ninguna autoridad le indicó que medidas debía tener tras su llegada de Europa.
“Nadie nos dijo nada, o sea nadie nos revisó, nosotros llegamos, hablamos a las autoridades conscientes de que pasamos por una zona de riesgo, y las autoridades nos dijeron: hasta que presenten síntomas les podemos practicar la prueba”, mencionó.
Los síntomas comenzaron el 17 de marzo, por la noche tuvo escalofríos y temperatura de 37°C, no se alarmó y trató de tomar ésta situación con calma y serenidad, dos días después decidió ir al ISSSTE al ver que su temperatura no disminuía.
El hecho de tener que ir a un hospital y saber que en ese lugar se encuentran personas vulnerables o inmunodeprimidas fue de preocupación y desagrado para José Luis ya que no sabía a quién estaba exponiendo al acudir a realizarse la prueba de COVID-19.
“Fui con cubrebocas y guantes, me alejé de las personas que estaban esperando su turno, yo para ese entonces todavía pensaba que no estaba contagiado, pero sólo de pensar que pudiera estarlo, y que pudiera afectar alguien más, pues sí eso yo creo que los primeros días me preocupaba poder contagiar a alguien más”, dijo.
La forma en la que se enteró que dio positivo a la prueba de COVID fue porque llamó al doctor que lo había estado monitoreando para saber que medicamento debía tomar ya que los síntomas se agravaron y su estado de salud empeoró considerablemente.
“Entonces le hablo y ya me dice que solamente paracetamol y además es él que me dice ‘ah, saliste positivo’, es decir, no me hablaron para decirme ‘oye ya tenemos los resultados de la prueba, tú saliste positivo’”, mencionó.
A pesar del cómo supo que dio positivo a COVID, nunca juzgó al personal médico ya que estaba consciente que esta situación era única y nueva para todos, en especial para el personal del área de la salud.
“La verdad es que no me sentí ofendido ni nada por eso, pero sí me revelaba pues que había confusión entre el personal médico y probablemente nerviosismo”, dijo.
Por 14 días presentó los síntomas de esta enfermedad y el que más le impactó fue la pérdida del olfato, a pesar que su respiración era estable y no tenía congestión, no podía percibir ningún olor por potente que fuera.
Y eso naturalmente causó que no distinguiera los sabores de los alimentos, ya no tenía apetito y sólo comía para estar fuerte y poder combatir la enfermedad.
“Para las 4 o 5 de la mañana normalmente me dormía boca arriba, normalmente yo no me duermo boca arriba pero durante los 14 días que estuve con los síntomas sí lo hice así, y entre la temperatura, el cansancio, me daban ataques de tos, apenas me movía un poco, y pues esos ataques de tos que te dejan bastante agitado”, mencionó.
Además de los malestares físicos, sintió temor por estar viviendo esa experiencia y miedo de parar en un hospital y tener consecuencias graves en su sistema respiratorio.
“Sí me sorprendió bastante que es que los síntomas me pegaran de esa manera, no me lo esperaba”, afirmó.
Mucha gente se enteró que José Luis estaba contagiado de COVID-19 sin que él lo hiciera público, su familia, amigos, compañeros de estudio y de trabajo, y también desconocidos.
Algunos mostraron su apoyo genuino, algunos otros se dedicaron a esparcir especulaciones por redes sociales, otros revelaron sus datos personales, pero todo trató de verlo por el lado amable.
“Y al final de cuentas pues creo que el que mucha gente se enterara influyó en mandaran sus buenos deseos, sus oraciones, sus buenas vibras, y honestamente creo que eso pues, eso ayudó bastante, y además me daba me daba mucha motivación para recuperarme pronto”, mencionó.
Las lecciones para José Luis
José Luis después de dos semanas se recuperó, pero se lleva consigo lecciones de vida después de haber vivido esta experiencia delicada, única e irrepetible.
Comprendió el valor de cosas que pudiesen ser simples, pero que son imprescindibles para vivir plenamente, como el olfato.
“Yo recuerdo perfectamente cuando comencé a tener olfato de nuevo, la sensación es de ‘ya puedo oler otra vez’, la verdad es que, siendo honesto sí me conmocionó sentimentalmente”
Aprendió a ser paciente y esperar a que su enfermedad transcurriera con naturalidad. También aceptó que las cosas no están bajo el control de las personas, que los planes pueden cambiar súbitamente y que no hay que preocuparse, más bien hay que tratar de hacer todo con decencia y de la mejor manera.
Y sobre todo agradeció que no contagió a su familia y que pudo superar al COVID-19 con los recursos necesarios, ya que reconoce que muchas personas para enfrentar esta enfermedad, ven afectada su salud y su economía.
José Luis hace una invitación a cuidar a las personas que pueden resultar más vulnerables a esta enfermedad, a brindar apoyo al personal médico, a no discriminar a quienes obedecen las medidas de distanciamiento social o aquellas personas que han sido contagiadas, y recomendó no auto medicarse.
“Yo creo que la mayoría de las personas tenemos seres a quienes queremos, que ya tienen una edad para considerarlos como población de riesgo, es esa la primer parte, no tener una digamos, una posición egoísta, no pensar a mí no me va a pasar nada, pero si pensar más bien, en quienes pues presentan cierta vulnerabilidad y que pueden sufrir mayores consecuencias”, finalizó.